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Beautiful loser

Las desventuras de Llewyn Davis en la última película de los hermanos Coen, de lo mejor que hubo esta temporada en la cartelera local.

Publicado: 2014-04-16

Nunca he sido muy seguidor de Joel & Ethan Coen. Se me vienen a la cabeza filmes como "No Country For Old Men" y "The Big Lebowski", pero no más. Sé que alguien me habló alguna vez de sus personajes tocados por la desgracia, pero no ha sido hasta su último trabajo en conjunto, “A propósito de LLewyn Davis” ("Inside Llewyn Davis"), que he sentido que su cine ha calado en mí.    

Llewyn Davis es un talentoso cantautor de música folk que transita por las calles de Nueva York a inicios de la década de 1960 (sí, el mismo periodo en el que un primer Bob Dylan hizo lo mismo). Vive de favores, duerme en sillones y toca sus canciones en bares. Pero algo no está bien en la vida de nuestro protagonista. Malas cosas le suceden a Llewyn, cosas que podrían atribuirse simplemente al infortunio o la desgracia, pero que tarde o temprano acabarán por aplastarlo.

foto de www.insidellewyndavis.com

"A propósito de Llewyn Davis" es entonces una película sobre el fracaso. Pero no cualquier fracaso, sino uno instalado en la misma personalidad de su protagonista. ¿Qué le sucede a Davis? ¿Por qué, si es tan talentoso, una puerta se le cierra tras otra? ¿Por qué las mujeres lo odian? Jean Berkey, el personaje interpretado por Carey Mulligan, le dice en un momento del filme: "Todo lo que tocas se convierte en mierda, como el hermano idiota del Rey Midas".

En la escena al inicio de la película, Llewys Davis toca y canta una canción: "¡Cuélguenme! ¡Oh, cuélguenme! Estaré muerto e ido...", en una estupenda performance que termina con una paliza afuera del bar. Puñetes y patadas que el espectador asume como gratuitas. Más adelante, nos damos cuenta de que todo lo que le ocurre a Llewyn es consecuencia de sus actos.

Porque Llewyn Davis se equivoca. Comete errores una y otra vez, mientras el destino lo empuja a dejar la música. Abandonar su carrera para él significaría el fin de su vida: "simplemente existir", según sus propias palabras. Nuestro protagonista se encuentra entonces en una encrucijada. Ya perdió algo, y esa es una historia que se nos va presentando poco a poco. Llewyn solía tocar en un dúo que tuvo cierto éxito, pero que no existe más.

foto de www.insidellewyndavis.com

La pérdida y el fracaso van de la mano. Detrás de cada zancadilla que Llewyn se pone a sí mismo, está el camino consciente hacia la autodestrucción. Para el cantante es imposible conectar con alguien, vive en el límite de las acciones erráticas y se muestra muy débil para afrontarlas. ¿Cuál es el destino de Llewyn Davis, entonces? Eso es algo que los hermanos Coen dejan muy claro cuando el personaje busca la asesoría de un nuevo agente. "¿Conque tocabas en un dúo, eh? Pues eso tiene mucho sentido", le dice a bocajarro. "¿Mi sugerencia? Vuelvan a juntarse".

Finalmente, estamos hablando del fin de una época. El destino de Llewyn es el destino de toda una generación, de la industria discográfica, de un lugar y de un momento en la historia. No por gusto en una de las últimas secuencias aparece un jovencísimo Bob Dylan presentándose en escena (Dylan en su etapa Woody Guthrie, antes de acabar con la música folk). Una ironía cruel, pues la historia de Dylan es la opuesta a la del personaje.

Quizás lo mejor de la película sea el soundtrack. Aunque su participación en los últimos premios Oscar pasó casi inadvertida, una de sus canciones (la genial y absurda "Please, Mr. Kennedy!") fue nominada. Gran trabajo de Oscar Isaac en el papel principal. Se agradece también la intervención de Justin Timberlake, así como de Adam Driver, éste último salido de las canteras de "Girls". Vale la pena verla.

foto de www.insidellewyndavis.com


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


Publicado en

bebedor de absenta

arte, música, cine y literatura.