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- Yo soy artista de Nueva York, soy artista inmigrante de Nueva York. Yo no soy como muchos artistas que conozco. Ellos dicen: No. Yo no soy inmigrante, yo tengo Visa de artista. Entonces yo no creo que sean de Nueva York. Yo sí soy de Nueva York, yo soy artista de Nueva York, y lo he sido. Si mañana me mudo a otra ciudad, soy artista de Nueva York y soy artista de Perú. En Nueva York no es tanto: Renzo Ortega, artista de Perú, arte peruano. Es más: Renzo Ortega, de Queens. Definitivamente, claro que sí.
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Renzo siempre quiso viajar.
Cuando era chico vio en el cine Mariátegui la adaptación de “Un viaje”, de Felipe Pardo y Aliaga, donde preparan al Niño Goyito para un viaje. En el colegio Raimondi, donde estudió, una profesora hablaba del arte y de la cultura italiana de una manera tan apasionada que él solo pensaba en irse a Italia. Vivía ilusionado con la Academia Italiana, y todo lo que hizo desde entonces fue prepararse para ese viaje.
serigrafía "orden mundial 1"
Así que estudió diseño en la Toulouse, luego Pintura en Bellas Artes y sustentó su tesis en tiempo récord, el 26 de mayo de 2000, con una serie de pinturas llamada Arte por la nueva consciencia, en donde postulaba que el arte peruano tiene una historia y un pasado que hay que tomar en cuenta. Hay que aceptar la influencia del arte que se hizo en el Perú antes de su encuentro con occidente.
Por esos años la situación moral y política del país también lo motivaban a irse. El futuro del Perú era incierto. Hoy en día Renzo recuerda que, en las protestas que antecedieron a la caída de Fujimori, unos tiraban piedras y los otros, bombas lacrimógenas.
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El asunto es que cuando llegó el momento de buscar oportunidades en Italia, simplemente no se dio. La Visa me la negaron cinco veces. Y fue bien loco porque la última vez que fui a pedir la Visa, el man que estaba en la ventanilla era un man de mi colegio. Y yo dije: Acá la hago. Entonces me acerqué a la ventanilla y me puse a hablar en italiano y me dijo: ¿Por qué hablas en italiano, si tú eres peruano? Y me negó la Visa. Y me dijo: No, si vuelves a pedir la Visa acá te vamos a sellar el pasaporte y no vas a poder entrar nunca a Italia. Y me dolió tanto, porque fue algo así como: Man, hemos estudiado en el colegio juntos. Y no he ido a Italia aún. Pero ayer pasé en taxi por la embajada de Italia y miré la embajada, y ahora me da risa porque soy ciudadano americano y entonces voy a ir con mi pasaporte americano a Italia, y no voy a necesitar esa Visa. Es gracioso. Me dio risa pasar por la embajada italiana. Algo así como: ¡Ahora soy gringo, motherfuckers!
serigrafía "orden mundial 2"
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- Cruzamos el puente Williamsburg y Renzo habla y sus palabras son veloces como los ciclistas que pasan por la ciclovía, a nuestro costado, y los automóviles redondos también corren hacia Brooklyn, y de regreso, y el viento desordena nuestros cabellos, y yo imagino a Godzilla destruyendo Manhattan en alguna de las películas de mi infancia. Y Renzo, con esa voz tan reflexiva, sigue contando la historia de los inmigrantes que llegaron a la isla hacia 1860. Son irlandeses, alemanes, rusos, polacos, italianos, y después puertorriqueños, y después todos…
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Yo había hecho un viaje de turismo familiar antes, a Estados Unidos, con Visa de turista, y la mamá de una amiga me decía que me vaya a Nueva York, que para qué Italia. Un académico italiano que trabajaba en la Católica, con mi hermana, me decía que para qué Italia. Entre la mamá de mi amiga, ese italiano y el señor Fernando Torres del ICPNA, me convencieron para que vaya a Nueva York. Y elegí Nueva York con la idea de ir a Italia, pero compré un pasaje Lima-Nueva York-Seatle porque quería ir a Seatle a conocer dónde estaba Sub Pop Records, Nirvana y todo el rollo grunge. ¡Pero nunca fui a Seatle, huevón! Me quedé en Nueva York y hasta ahorita. Yo tuve la suerte de poder irme con Visa de turista, pero se acabó la Visa y me quedé, y estuve sin estatus migratorio por diez años, hasta que pude solucionarlo.
DETALLE DE MURAL "CHAU FAMILIA"
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El automóvil corre por Grau, en Barranco, cuando Sheila divisa a Renzo Ortega. Está de pie, en la esquina con Piérola, esperando un micro. Estaciono el carro y Sheila saca la cabeza por la ventana. Estamos un rato con las luces encendidas hasta que por fin Renzo logra comprender que lo llamamos a gritos. ¿A dónde te vas? A Pueblo Libre. Hay que jalarlo, dice Sheila. Renzo se sube al asiento trasero de mi pequeña Suzuki Alto y partimos en dirección a la Vía Expresa.
Le pregunto cómo ha encontrado Lima, algo que solo se le pregunta a quienes se han ido y no han regresado. ¡Lo que han hecho en la Costa Verde es imperdonable! Luego cuenta que unos amigos han puesto un bar, que de ahí venía, que seguía quedándose en casa de sus padres, en Pueblo Libre, que los micros no pasan, que el camino es largo. Dice también que va a exponer sus cuadros, por fin, en la Fundación Euroidiomas.
¿Has traído obras? He traído algunas cosas, pero voy a hacer la mitad de la muestra aquí, en Lima. Cuando lo dejamos en la avenida Arequipa, Sheila comenta que encontrarlo así, de casualidad, ha sido como retroceder en el tiempo, volver a la época de Bellas Artes cuando todavía era posible encontrar a Renzo caminando por las calles de Barranco. Pero está claro que esos tiempos no volverán.
serigrafía "inmigrants united"
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- ¿Qué dejé acá? Yo no tengo ni la más remota idea de cómo hubiera sido mi carrera, musical o artística. Tal vez me hubiera ido mejor si me quedaba. Claro, en cuestiones monetarias, en cuestión económica o de trabajo, de negocios. Pero uno deja mucho pues, ¿no? Dejas muchísimo, dejas amistades, familia, compromisos. Dejas problemas también. Dejas temores. Pero después, cuando uno regresa, te das cuenta de que siguen acá. El reencontrarte con lo que dejaste es una de las cosas más difíciles de superar. Porque es cuando te das cuenta que “yo ya me fui”. Cada vez que llego a mi casa, por ejemplo. Nadie ha vivido en mi cuarto desde que me fui. Entonces, cuando llego a mi casa, llego a mi cuarto, y están algunas cosas ahí todavía. Estuve sin llegar a Lima por diez años. Es bastante. Es una década.
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Terminamos el puente y Renzo nos conduce a su taller, en un edificio grande donde algunos artistas subarriendan espacios para compartir gastos. Una fábrica remodelada, habitaciones donde se acumulan lienzos, pinturas de gran formato, libros. Renzo no suele escribir diarios, pero sí los pinta. Sheila revisa uno de esos cuadernos que su amigo también solía hacer en sus épocas de estudiante, en la escuela de Bellas Artes, a finales de los 90’s. Cada página es una explosión de color, que a su vez retrata un estado de ánimo, un paisaje, una expresión.
página de diario de renzo ortega
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- Cuando me fui llegué a casa de un amigo de mi papá, me quedé ahí como un mes, él tenía una compañía de limpieza y me ayudó bastante al principio, sobre todo dándome un lugar donde quedarme hasta que yo más o menos me instale. Y no es tan difícil instalarse, si uno va a la de inmigrante puede conseguir cosas: instalarse y trabajar. Eso yo no lo veo tan problemático. Pero tienes que tener la actitud. Si no tienes la actitud, estás complicado.
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Llego más temprano de lo acordado a la exposición El mar, el viaje y otras tragedias, y encuentro a Renzo Ortega tomando un helado. Hace menos de una semana que inauguró y parece satisfecho. Más tarde haremos un recorrido por cada pieza de su individual y él me explicará que, saliendo de la maestría que hizo en Hunter College, se pasó todo el año haciendo serigrafías. Parte del resultado lo podemos ver en esta muestra.
En “Orden Mundial”, una de las piezas con las que abre su muestra, Renzo indaga en torno a la presión que ejerce Estados Unidos sobre el racismo, la brutalidad policial, la estrategia de señalar al enemigo. Otra serie de serigrafías llamada “Immigrant United” trabaja el símbolo del barco: los migrantes que llegaron a Nueva York a principios del siglo XX, la idea de Ellis Island y la Estatua de la Libertad. Renzo explica que intentó representar a mucha gente con una sola imagen.
Pero la pieza clave es la maleta. Pegada a una de las paredes de la muestra, es la maleta con la que se fue a Nueva York hace quince años y es la misma maleta con la que volvió esta vez, cargada de obras para la muestra. Traerla de regreso para ha sido un acto simbólico. Con ella se acaba todo un ciclo. Sobre esta pequeña instalación se puede leer:
Lima – N. Y. – Lima
2000 – 2015
renzo ortega y la maleta
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- Me ha pasado de repente ver a Sudamericanos fresas, pitucos que viven allá, que entran a un restaurante y ven a un par de mexicanos y los tratan pésimo, y no se dan cuenta que ese par de chicos mexicanos son nacidos en Estados Unidos, que no hablan español. Cosas así. Es un problema que Estados Unidos está teniendo bien fuerte, la discriminación racial. Siempre ha existido, pero están pasando cosas que hacen que se note bien fuerte. Cuantas veces yo he entrado a un edificio, de repente a visitar a un amigo, y han pensado que soy el que lleva el delivery. Eso pasa, uno vive con eso día a día. Pero ahorita los políticos lo están sacando de una forma que es muy sucia, muy asquerosa. Entonces las comunidades se están sintiendo muy atacadas, atacadas de una manera terrible.
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En su taller, Renzo nos enseña sus últimos trabajos, piezas que ha estado pintando para su maestría en Hunter College. Sheila reconoce la influencia que ha tenido la escuela americana en su amigo, cambios que ha tenido en el color, en la composición. Lo acompañamos a limpiar un poco y a botar la basura en enormes trastos a la espalda del edificio, compramos cervezas y nos sentamos a conversar. Después Renzo saca de su estante un pequeño cuaderno. Miren, nos dice. Y cuando lo abre, vemos páginas llenas de una letra ilegible, en un idioma que no conocemos. Lo encontré aquí, en la calle. Me lo vendieron a un dólar en una cachina. Es el diario de un inmigrante. Renzo dice: Me llamó la atención sobre todo porque, en una de las páginas, las únicas palabras en inglés son Police, Inmigration, Layer. Se trata de un cuaderno escrito en un idioma asiático, una escritura urgente, desesperada. Una pieza real, vital, vívida, del drama del inmigrante.
serigrafías en proceso
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Quiero hacer una pieza con eso, todavía no sé cómo lo voy a producir, no sé cómo lo voy a exponer. Tal vez se quede así nomás, como objeto, tal cual lo encontré. Pero me parece muy interesante como historia y como objeto… Todo lo que tú puedes hacer con un inmigrante emocionalmente en medio de una relación. Es una relación de abuso de poder. Imagínate: tú eres americano con papeles, policía, y tienes a una chica asiática. Puedes hacer lo que quieras con esa persona, simplemente porque tú eres el que tiene los papeles. Piensa en la presión sicológica de eso.
renzo ortega
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- Nos sentamos en una de las mesitas de la cafetería de Euroidiomas para conversar sobre su exposición. Renzo viste un polo de manga corta, una camisa a cuadros, tipo leñador, un short, medias y zapatillas. Lleva el cabello corto y una barba larga que le da, tal como él admite, un aire a chicano. Conversamos de todo: de su partida, de su arte, de las cosas que dejó aquí y que no ha podido recuperar. Cuando le pregunto si se fue a los Estados Unidos buscando el Sueño Americano, Renzo Ortega se ríe. No creo, me responde. Y se vuelve a reír, mucho. Y repite: Sueño Americano.
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- Mi Sueño Americano es una deuda de 50,000 dólares de mis estudios, porque estudié con un préstamo, una deuda de tarjetas de crédito y una situación laboral inestable. Eso del Sueño Americano probablemente era en los años 30’s, en los 40’s, o después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Nueva York, Estados Unidos, fue lo máximo.
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- Estas piezas: ésta de ahí, ésta y ésta, son parte de la serie de pinturas que hice para mi tesis de maestría. Renzo me enseña los tres cuadros que acompañan al mural que ha hecho para su exposición El mar, el viaje y otras tragedias. El mural se llama “Chau familia” y es una de las piezas protagonistas de la individual. Incluye lo que somos, dice Renzo. Nuestro pasado histórico, nuestra lucha. La primera pintura del tríptico se llama “Hogar” y muestra una casa encendida y un hombre en primer plano con un avión en la cabeza. En la segunda parte del mural hay un bote de refugiados, remembranza a lo que está pasando en el Mediterráneo. La Guerra. Y termina con la muerte. Pero en este caso es una liberación del espíritu. Una muerte bendecida por los ancestros.
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Hay muchos chicos que vienen de Sudamérica a Nueva York, yo los he visto en la escuela, en la universidad, que apenas llegan se quieren olvidar de todo, se sacan las plumas. Quieren ser más hipsters, más cool. A mí me pasó totalmente lo opuesto. Por eso ahora me resulta muy curioso, siempre que vengo a Lima, ver exposiciones de arte en inglés. Me choca. Artistas jóvenes en Lima poner todo en inglés, me choca. Yo no creo que ese sea el idioma universal, póngalo en chino. Ya, definitivamente… Mi arte viene de lo que llaman las minorías, la minoría inmigrante, gente de color, latinoamericana, y eso es Nueva York.
renzo ortega y el avión de papel
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- Renzo dice que la pieza que más le costó desarrollar fue el avión. El avión cuelga al entrar a la exposición y está hecho de cañas y telas intervenidas por él. Yo no sabía qué iba a hacer, explica Renzo. Yo sabía que iba a ser una escultura, pero no sabía qué. Al inicio había pensado en la idea de un bote, un barco. Estuvo hablando con pescadores de Chorrillos. Pero más tarde se dio cuenta que la idea del barco como objeto no estaba muy relacionado a su historia como inmigrante. Y además, mucha gente que cruza mares no lo hace en barcos o botes, sino en balsas. Algo más honesto y más relacionado con su historia personal era el avión.
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Me la paso haciendo arte, me la paso tocando, pero de eso no puedo vivir. Tengo que estar haciendo trabajos físicos, fuertes, que ya no quiero hacer. Yo creo que esa es una de las cosas que a mí más me chocan. O escuchar que aquí en Lima hay mucho éxito, que es buenísimo para el arte, que la gente compra pintura, que esto que el otro, que el éxito de Lima. Todo el mundo me habla del éxito de Lima. Todo el mundo me habla de lo exitoso que es Lima. Y un artista europeo al que estimo mucho vino a Art Lima, a la feria, y me dijo que en Lima todo el mundo compraba, que había un boom de coleccionistas. Y bueno, me encantaría saber dónde está.
renzo ortega en proceso de trabajo
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- Llegando a Lima se contactó con el maestro Julio, de Surquillo, un artista que hace castillos y cometas de papel. Renzo siempre quiso experimentar en producir piezas como los castillos de fuegos artificiales de las fiestas patronales, de las procesiones. Hizo el diseño, le entregó los dibujos y el maestro le preparó la pieza para pintarla. Es un objeto producido, admite Renzo. No es que yo haya hecho la escultura, pero la he producido. Me parece que quedó súper lindo, voy a seguir produciendo piezas así. Y afirma: Para mí es la conclusión de muchas cosas. El haber viajado sin saber que iba a encontrar esto, para mí tiene mucho valor. Me siento contento, es una súper muestra.
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Yo soy de acá. Me gusta Lima, sí. Pero ya no me siento cómodo acá. Lo que pasa es que cuando vengo acá vengo siempre misio, sin plata. Vengo a vivir una Lima sin medios. Yo me he acostumbrado a vivir así en Nueva York y me siento más cómodo allá sin medios que acá. Acá sin capital no me siento cómodo, en cambio en Nueva York sí me siento cómodo sin capital. Y otra cosa es que ya me aburrí de tocar timbres en Lima. En Lima llamas por teléfono, nadie te contesta. Mandas emails, nadie te contesta.
renzo ortega en el taller de serigrafía, nueva york
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- Nos encontramos en el cumpleaños de un amigo en común y él está igual que hace un rato en la entrevista, con su camisa de leñador y la mirada de quien ha hecho interminables excursiones. Una banda toca valses, polcas y festejos de una manera tan atronadora que puede escucharse once pisos más abajo en la Residencial San Felipe. Al inicio no hablamos mucho, pero una vez que la música se detiene Renzo viene y nos cuenta que entrena: corre, levanta pesas, nada en el mar. Se prepara para la guerra civil. Más tarde, con unas latas de cerveza encima, me dirá que es muy común que, después de muchos años, los inmigrantes regresen por amor. Sucede todo el tiempo, me dice, que vienen de visita y se enamoran de la novia del colegio, de la hija del mejor amigo. Y todo se va a la mierda. Todo, por una chibolita de cabellos lacios. Oye, tal vez te pase lo mismo a ti, le digo. Y Renzo Ortega se ríe.
Publicado: 2016-01-11
Recuerdo a Renzo guiándonos por el puente Williamsburg hacia Brooklyn, dejando atrás la Gran Manzana, para llevarnos a conocer el taller donde él pinta esos cuadros que retratan la mística de haber nacido en un lugar y haberlo dejado atrás. Los rascacielos de Manhattan se yerguen lejos, sobre el río oscuro, y son gigantes, monstruos que devoran almas, y seguimos caminando, y Renzo dice que los inmigrantes irlandeses, antes de tomar el barco, celebraban el “American Wake”, una especie de ceremonia, un funeral, porque quienes se subían a ese barco ya no regresaban a casa.
Escrito por
Pedro Casusol
Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com
Publicado en
bebedor de absenta
arte, música, cine y literatura.