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Infodemia, las mentiras de la pandemia

Un repaso a las patrañas, mal llamadas "teorías conspirativas", más difundidas de las últimas semanas en medio de la pandemia del COVID-19. 

Publicado: 2020-01-05

La pandemia no existe, es un invento de los medios. Y si existe, es un virus creado por Bill Gates para instalarnos microchips en sus vacunas. Mientras celebridades como Woody Harrelson o la cantante M.I.A., y deportistas de la talla del extenista ruso Marat Safin, insisten en afirmar en redes sociales que la verdadera causa de las muertes por COVID-19 es la tecnología 5G, un grupo de seguidores de Trump afirman que la pandemia en un arma biológica creada por China junto a los demócratas. 

Estas son algunas de las mentiras que se han esparcido como el mismo virus, y que la Organización Mundial de la Salud ha calificado como “Infodemia”. La quinta generación de tecnología móvil, esa que llamamos 5G, sería la culpable de todas estas muertes, según la imaginación de un grupo de un grupo de personas. La idea fue sembrada por un supuesto doctor Thomas Cowan en un congreso organizado por Humans for Humanity Coalition, grupo vinculado al movimiento antivacunas, el pasado 12 de marzo en Tucson, Estados Unidos. En su intervención, que puede ser vista en Youtube, Cowan tiene el descaro de advertir que el coronavirus no existe, porque en general los virus son una mentira.

Unos cien años estudios científicos tirados a la basura. Para Cowan, autor de libros de medicina alternativa, los virus son en realidad trozos de ADN o ARN expulsados por células intoxicadas. ¿Pero intoxicadas a causa de qué? Ahí es donde entra a tallar lo que este sujeto llama “salto cuántico” en la electrificación del planeta. El tipo intenta vincular las últimas pandemias con los cambios de las transmisiones electromagnéticas en la atmósfera de la Tierra. Pone de ejemplo la gripe española, pandemia de 1918 que coincidió con la incorporación de un sistema global de ondas de radio. Pero no explica cómo es que pudieron existir epidemias en el siglo XIV, incluso antes del descubrimiento de la electricidad.

De remate, para que no nos quepa ninguna duda de la veracidad de su teoría, Cowan afirma que la ciudad china de Wuhan, donde se desató la infección que hoy nos tiene a todos recluidos en nuestras casas, fue el primer lugar en implantarse el 5G. Esto es una mentira flagrante. Las primeras ciudades en implementar la nueva tecnología han sido Chicago y Minneapolis, en los Estados Unidos. Así, muchas de las afirmaciones de este tal Thomas Cowan se pueden rebatir −de hecho, en Internet, varios usuarios han gastado su tiempo en contradecir cada una de estas afirmaciones−, pero nada de eso ha evitado que la tecnología 5G como causante del COVID-19 sea hoy la teoría conspirativa de moda, que incluso ha llevado a que varias antenas hayan sido destruidas en el Reino Unido.

Bill Gates, el multimillonario creador de Microsoft, sería el poder oculto detrás de la pandemia del COVID-19. Desde que se difundió una charla fechada el año 2015 en donde advierte sobre la necesidad de prepararnos para una pandemia de gran escala, varios usuarios de redes sociales lo han señalado como el creador del nuevo coronavirus. Según esta teoría, el vídeo que cuenta con más de 25 millones de reproducciones en Youtube sería prueba suficiente para demostrar que el magnate sabía lo que estaba por venir. El plan de Bill Gates, según esto, sería controlar la administración de vacunas −no por gusto estaría invirtiendo miles de millones de dólares en la fabricación de la tan ansiada inmunización− para establecer una nueva y perfecta dominación digital, insertando microchips con nanotecnología en cada uno de nosotros.

No son algo nuevo, pero las teorías conspirativas se han convertido casi en un movimiento social. Si hoy en día Facebook, Twitter e Instagram pueden direccionar la democracia, grupos como los “terraplanistas” −personas que realmente piensan que la tierra es plana− son algo así como los nuevos partidos políticos, con bases activas y militancia. Uno de los más activos es el llamado “movimiento QAnon”, creado en 2017 alrededor de la cuenta de un usuario anónimo apodado Q en el foro 4chan. Este grupo sostiene que un “Deep State” conformado por las élites globales del planeta han secuestrado el aparato del estado y son los responsables de todo el mal en el mundo. Son los políticos tradicionales que buscan derivar a Donald Trump, a quien los seguidores de Q ven como la única esperanza.

Pese a que al inicio los seguidores de QAnon le quisieron restar importancia al coronavirus, en las últimas semanas se han unido al coro de la desinformación. Hasta la segunda semana de marzo aseguraban que el virus era inocuo y propagaron la idea de que solo los asiáticos se enfermaban, por lo que los blancos no tenían de qué preocuparse. Luego la llamaron Guerra Espiritual −hay que mencionar que muchos seguidores de Q son evangélicos− y así fue hasta el 23 de marzo, cuando el enigmático Q se pronunció para afirmar que el COVID-19 es en realidad un arma biológica china, y que su propagación es un plan conjunto entre China y los demócratas para detener la reelección de Trump, destruyendo de paso la economía.

Por mentiras como estas hemos visto a personas marchando en los Estados Unidos en protesta por las medidas de confinamiento y distanciamiento social, que hoy en día son las únicas armas que tenemos para combatir la propagación del coronavirus. Todo lo que ha avanzado el mundo en ciencia y tecnología no parece contener a gente que prefiere creer en una historia que se adapte a sus intereses y que parezca más o menos verosímil. ¿Por qué nos gustan tanto las teorías conspirativas? Porque dan la sensación de que tenemos el control. Ellos −los malos, los poderosos− nos querían ocultar la verdad, pero no contaban conmigo. Qué lejos parece la época en la que Carl Sagan, aquel gran divulgador de verdades científicas, estableció que “afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria”. Así estamos.

Publicado originalmente en Hildebrandt en sus Trece.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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arte, música, cine y literatura.