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A más ciudadanía, menos pobreza

Expresar discrepancia es positivo y necesario, sin embargo, podríamos canalizarla por vías donde prime la construcción

Publicado: 2024-01-28

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

La ciudadanía consiste en reconocer nuestro papel en una colectividad. Ejerciendo nuestra individualidad, podremos realizar acciones conjuntas para convivir y progresar. Cumpliendo y haciendo cumplir las normas, ayudaremos en la construcción de la nación. Igualmente, aplicar principios como la solidaridad, la tolerancia y el respeto mutuo será imprescindible en su consolidación.

Una educación cívica que instruya equilibradamente sobre derechos y deberes nos prepararía para que seamos conscientes respecto a nuestro rol económico, social y político. Promoviendo la integridad, la escucha y la aceptación del disenso como valores ciudadanos.

De esa manera, las oportunidades de ser personas cabales se amplían, de tal forma que seremos mejores trabajadores y jefes, ocupándonos de atender a los clientes, incrementar la productividad, cuidar el ambiente y pagar nuestros impuestos. Siendo servidores públicos, actuaremos transparentemente, rindiendo cuentas y pondremos en primer lugar a los usuarios, que son la razón de ser del Estado y los que pagan la cuenta. Al participar en una elección, sea la de mi barrio o la del país, prometeré cosas que puedo cumplir y me prepararé para la tarea que emprenderé con el favor de los votos. Si cada quien hace correctamente la labor que le compete, el rendimiento de todos se incrementa, liberando recursos, contribuyendo con el crecimiento de la riqueza del país.

Practicaremos nuestro civismo estando informados adecuadamente. En estas épocas, con tantas noticias parciales, sesgadas y falsas, nuestra obligación es verificar y confirmar. Aprendamos a distinguirlas de las opiniones. Cada quien tiene derecho a decir lo que desee, pero no a hacerlo pasar como un hecho, eso es incorrecto. Al notarlo, si deseamos compartirlo en nuestras redes, pongámosle la advertencia correspondiente. Comunicaciones equivocadas nos polarizarían, llevarían a tomar malas decisiones y a hacer peores elecciones.

La administración, funcionamiento y dirección de las ciudades son responsabilidad de todos. Así pues, participar, debatir nuestros puntos de vista y elegir informadamente son parte del compromiso que tenemos. Parafraseando lo que dijo Kennedy en un discurso de 1961: “No preguntes qué está haciendo tu país por ti, sino qué haces tú por él”. Hacer política es buscar salidas para todos, no imponer lo que un grupo o, peor, un iluminado, cree.

Expresar discrepancia es positivo y necesario, sin embargo, podríamos canalizarla por vías donde prime la construcción. Quejarnos y protestar no tendría que impedir al resto hacer sus tareas cotidianas. Dialogar siempre será mejor que atacar.

Hacer respetar nuestros derechos requiere que cumplamos los deberes que tenemos. Siendo ciudadanos, ayudaremos a dejar atrás la pobreza, y aunque no baste para erradicarla, será un buen inicio. Actuemos responsablemente, calculando las consecuencias de lo que hacemos y buscando acuerdos.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


Publicado en

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