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¿Salud para todos?

No se trata de fondos, su presupuesto crece cada año, tampoco de calificación o dedicación del personal, que lo son. Es ineficiencia

Publicado: 2024-02-04

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

Dos de los principales problemas de nuestra economía son el aumento de la pobreza y el estancamiento de la productividad laboral. Ambos están íntimamente relacionados, ya que conseguir mejores resultados con el mismo esfuerzo permite crecer y generar riqueza. Otro elemento común es su vínculo con el servicio de salud pública.

La relación de una buena salud personal con el desempeño laboral es clara: si estoy enfermo, no trabajo o lo hago de forma limitada. Lo que, a su vez, hace que las posibilidades de reducir mis ingresos aumenten, empeorando mi situación de pobreza. Y, siendo importante que prevengamos y nos cuidemos nosotros mismos, en muchas ocasiones requerimos de atención especializada. Así, contar con un sistema público universal, asequible, accesible y eficiente desbloquearía nuestras capacidades individuales, empresariales e institucionales. El país crecería.

Por el contrario, un régimen deficiente afecta negativamente a todos, seamos o no trabajadores, formales o informales. Los agentes económicos de diferentes tamaños pierden días productivos. Algo mal gestionado nos castiga, al usar ineficientemente los recursos. Esto incrementa los costos asociados, como tener que llamar o hacer largas colas una y otra vez para una cita, ir con mucha anticipación a esperar en el consultorio, trasladarnos en nuestro caótico ordenamiento vial, buscar medicamentos y, si no hay, ir a comprarlos. Eso si no se requiere algún análisis o interconsulta que reinicia el proceso.

Esta situación, además, perturba nuestro ánimo, así como nuestro equilibrio mental y emocional. Un servicio defectuoso puede doblegar hasta al más fuerte. Este tiempo, gasto de energía y dinero podrían ser invertidos en incrementar el rendimiento nacional.

Debemos evaluar alternativas para refundarlo, temas como: ¿podemos diseñar un sistema único, integrado e interconectado?; ¿el Estado debe administrar y proveer el servicio o puede entregarlo, total o parcialmente, al sector privado, y dedicarse a garantizar la prestación, cubrir su costo y supervisar su funcionamiento?; ¿es viable una tarifa plana por atención?; ¿es razonable usar la historia clínica digital y atendernos en cualquier establecimiento?; ¿cómo atraer jóvenes a formarse como profesionales en salud?

La carencia de médicos se suma al evidente problema de administración y liderazgo. No se trata de fondos, su presupuesto crece cada año, tampoco de calificación o dedicación del personal, que lo son. Es ineficiencia. Así pues, simplificar un aparato público anquilosado es urgente. Disponer de tecnologías innovadoras, pero mantener los mismos procesos y procedimientos, lentos y repetitivos, no dará resultado.

Tratar a los pacientes como ciudadanos, sería transformador. No hay confianza posible en una dirección absorta en sí misma y que no cambia sus actitudes. Un servicio bien gestionado ahorraría energía y recursos, elevando la productividad, reduciendo la pobreza.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


Publicado en

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