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Auri sacra fames

Publicado: 2024-03-27

Escribe: Pedro Casusol

La cita surgida de la “Eneida” nos remite al escenario político de estas últimas semanas, a los famosos Rolex que Dina Boluarte es incapaz de justificar. La frase de Virgilio, que podríamos traducir como: “Maldita sed de oro”, hace referencia a la muerte de Polidoro a manos del rey de los tracios, quien deseaba el Tesoro de Príamo. Ese “execrable deseo de oro” (otra traducción del verso) ha sido siempre el leitmotiv de la lucha de poder de este vasto territorio que por azar terminó siendo el Perú. Pensemos si no en las huestes de Pizarro, en la búsqueda desesperada del oro en el antiguo imperio incaico.

El drama del Rolex, entonces, es el de un país que nunca supo administrar su riqueza. El “mendigo sentado en un banco de oro” al que se refiere el dicho, es hoy un reloj de alta gama en la muñeca de la presidenta de la República, artilugio de 19 mil dólares que no encuentra explicación alguna. Primero, Dina Boluarte arguyó que este era de “antaño”, como si lo hubiera podido comprar con su sueldo de funcionaria de bajo rango. Después, la ministra Hania Pérez de Cuellar, expresidenta del Indecopi, se inmoló sugiriendo que era “bamba”, porque ¿quién no se ha comprado un Rolex “bamba”? Al final, Boluarte anunció que daría explicaciones, aunque no a nosotros. Ya parece demasiado tarde. Se sabe que la presidenta tiene un desbalance de 1.1 millón de soles en cuentas bancarias detectadas por la Unidad de Inteligencia Financiera de la SBS.

Dice mucho de nuestra clase política que quienes ostentan el poder caigan por satisfacer sus bajas pasiones. El Rolex, su valor simbólico, se parece mucho a los audios de Otárola preguntándole a una joven si lo quiere a cambio de un puestito bien “caleta” y tranquilo en el Estado. Sexo y lujo: cantos de sirena. Lo sabría un político si es que todavía existiera uno en nuestra fauna local. Mientras tanto, la investigación de Ernesto Cabral para “La Encerrona”, producto de horas y horas escudriñando las fotos oficiales de la presidenta, viene provocando un efecto dominó que probablemente termine con la susodicha en la cárcel. Digamos que a falta de una verdadera justicia por el medio centenar de muertos en las regiones del sur producto de la represión.

Lo que no se logró invocando a los derechos humanos (ideología “caviar”, según la DBA) terminará sucediendo solo porque a Dina se le ocurrió cometer un pecado imperdonable para nuestra idiosincrasia: exhibir signos de riqueza en plena recesión económica. Así de simple. Quedan flotando, por eso mismo, al menos un par de preguntas incómodas: ¿Por qué Dina Boluarte, la que cantaba huaynos en los “consejos descentralizados” de Castillo, que alguna vez amenazó a la “clase media acomodada limeña”, tenía que usar un Rolex? Y, no menos importante: ¿Por qué eso podría traerse abajo al Gobierno, mas no la masacre de compatriotas inocentes durante el estallido social?

Es cierto, la vacancia es por ahora un cuento chino. Ni el acuñismo, el fujimorismo o el cerronismo, las tres cabezas de esa bestia omnipotente en la que se ha convertido el Congreso, piensan en deshacerse todavía de la presidenta, por el simple hecho de que tendrían ellos mismos que disolverse en el proceso. No seamos tan ingenuos. Para que eso ocurra tendría que ser 2025, el último año de gobierno, cuando el Legislativo pueda vacar a Dina sin problemas y elegir entre ellos a un Manuel Merino 2.0 que cuente, ahora sí, con el apoyo de las Fuerzas Armadas. Ingresaremos en silencio a una nueva etapa de autoritarismo. ¡Todo por un Rolex! ¡Ah, maldita sed de oro! Parece que Boluarte nunca leyó el famoso cuento de Julio Cortázar. A ti nunca te regalan un reloj, sino un pequeño infierno florido. A ti te ofrecen para el cumpleaños del Rolex.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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