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Somos unos estúpidos

Publicado: 2024-04-12

Escribe: Pedro Casusol

De pronto, el viernes pasado, la presidenta Dina Boluarte apareció en televisión nacional para tratarnos de estúpidos. Porque no hay otra manera de interpretar lo que afirmó en conferencia de prensa, rodeada por sus abogados: a saber, que sus famosos Rolex son “prestados” y que su pulsera Cartier y otras alhajas son, en realidad, adornos de fantasía de la marca Unique. Poco faltó para decir, con notorio malhumor, que su ropa la compra en Gamarra y que sus pestañas también son falsas. No sé qué causa más indignación, si el hecho de que Dina Boluarte piense que nos vamos tragar tremenda patraña, o que su defensa legal se haya tomado tres semanas en idear una estrategia tan pedorra.

Porque ese cuento de que Wilfredo Oscorima, gobernador de Ayacucho condenado por corrupción, “prestó” los Rolex a la presidenta, no atenúa las dimensiones del escándalo. Al contrario, resulta una explicación inverosímil que no calza con las excusas anteriores. Recordemos: el reloj era de “antaño”, lo había comprado con su esfuerzo, se trataba de una “réplica”, como lo deslizó la ministra Hania Pérez de Cuellar, exjefa del Indecopi. No lo tenía que declarar, como la intentó defender el contralor Nelson Shack, aunque luego se desdijo. Ahora resulta que los Rolex no son suyos, se los estaba guardando a su wayki Oscorima, que en sus ratos libres se dedica a prestar relojes.

El problema no es lo absurdo que resulta esta coartada, la simple imagen de un “amigo” prestándole un Rolex a la jefa de Estado termina siendo un chiste. La verdadera cuestión es que el affaire, que los medios internacionales ya empezaron a nombrar “rolexgate”, apesta a corrupción. El Gobierno central, a poco de haberse hecho público el escándalo, ordenó desembolsar 100 millones de soles en beneficio de la gestión de Oscorima, dicen que para la construcción de un estadio. Tal vez lo más gracioso de la defensa legal que altaneramente ha esgrimido Boluarte es que, en su ánimo de librarse de la acusación de desbalance patrimonial, ha terminado por aceptar un delito.

El Código Penal es bastante claro: cohecho puede ser un “donativo, promesa, ventaja o beneficio”, no solo un regalo. El supuesto préstamo de los Rolex compromete a la jefa de Estado en un acto de corrupción que no tendrá que enfrentar ahora, pero sí apenas ponga un pie fuera de Palacio. ¡Y que no se diga que Boluarte no se vio beneficiada por el dizque préstamo! Si algo ha quedado claro estas últimas semanas de crisis política es que a la presidenta le encanta ver la hora. Por eso resulta alucinante la manera en la que Humberto Abanto, abogado de Oscorima, ha narrado las visitas de su cliente al despacho presidencial. La naturalidad con la que el gobernador detenía el trabajo para mostrarle a la presidenta un Rolex. Casi el guion de cómo se entrega una coima.

En un país normal, un enredo de este tipo tendría una única salida: la renuncia inmediata de la presidenta de la República. Pero, como ya sabemos, vivimos en un remedo de país que tiene a una banda de “comechados” y ladrones de arma blanca en lugar de una clase política. Dina Boluarte no renunció ni cuando la Policía y las Fuerzas Armadas mataron a 49 peruanos, ¡qué va a renunciar ahora! El Congreso de la República, las ratas que solo saben destruir las instituciones y la separación de poderes, legislar en beneficio propio y vaciar de contenido la Constitución que ellos mismos juran defender, en el caso de los Rolex han mirado al techo y se han puesto a silbar. No les conviene vacar a Dina Boluarte en este momento. Y pensar que nosotros mismos los hemos elegido, que es por nuestros votos que esta gente está ahí. Tal vez sí somos unos estúpidos después de todo.

("Carlincatura" del genial Carlos Tovar Samanez aparecida esta semana en La República).


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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