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La política no me gusta

Hemos dejado las decisiones sobre los destinos del país en manos de grupos de presión de distinto tipo, quienes encontraron conveniente servirse de la democracia

Publicado: 2024-04-28

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

Coincido con usted en que, mayormente, la política nos resulta desagradable y, también, cansa y aburre. En general, nos mantenemos alejados de ella y, frecuentemente, nos parece que quienes participan lo hacen buscando provecho individual y están vinculados a la corrupción. Consideramos el poder como algo sucio o repudiable, reservado a bribones y advenedizos.

Por creerlo, hemos dejado las decisiones sobre los destinos del país en manos de grupos de presión de distinto tipo, quienes encontraron conveniente servirse de la democracia. Personas con quehaceres legales e ilegales comprendieron que esa era la forma de lograr beneficios particulares a costa de los demás. Vivimos épocas en las que las instituciones de todas las esferas, con honrosas excepciones, se han visto infiltradas por estos bandos.

Promueven la elección o contratación de funcionarios que les ayudarán a conseguir prebendas del Estado o a obtener legislación favorable. Igualmente, hace tiempo, el sistema judicial parece dominado por facciones que representan apetitos personales o de terceros, dejando de lado su finalidad de impartir justicia imparcialmente, lo que abrió la puerta para que algunos pudieran cometer fechorías o consolidar atropellos impunemente.

Maestros repuestos en sus cargos, aunque no hayan aprobado las pruebas de suficiencia; jueces y fiscales que son ascendidos, ratificados o suspendidos sin criterios técnicos objetivos; ineficiencia al enfrentar la inseguridad que nos rodea y ataca; o el financiamiento de empresas que no subsistirían por sí mismas, son ejemplos ilustrativos.

¿Debemos dejarles a estas personas el país? Seguro que no. ¿Qué podemos hacer? Pues, participar. No significa, necesariamente, postular a cargos o pasar a formar parte de partidos. Eso sería deseable, que más personas honestas, comprometidas con la libertad y el desarrollo del país, estén presentes. Pero existen alternativas como promover debates de propuestas o expresar y compartir opiniones.

Asimismo, podríamos responsabilizarnos, por ejemplo, de investigar y estudiar a los candidatos, intentando identificar y conocer sus posibles motivaciones. Verificar que tengan un currículum y no un prontuario. Eso aplica para cada elección en la que votemos, ya sea la del barrio, el club deportivo o la de la presidencia de la República.

Complementariamente, tendremos que buscar influir en los demás, empezando con familiares y amigos, llegando, a través suyo, a más personas. Si varios decidiéramos hacerlo, tal vez consigamos el cambio.

Asegurémonos, además, de que lo que compartimos sea verídico. De no serlo, solamente lograremos el efecto contrario y nos asemejaremos a aquellos a quienes queremos combatir.

Hay trabajo por hacer, comencemos y animemos a otros. La política influye en nuestras vidas; prestémosle atención para que sea beneficiosa y no dañina. Renovemos el sistema democrático y recuperemos la confianza en él.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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