Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

¿Se siente intranquilo, temeroso o desconfiado respecto al porvenir? Seguramente así es. Muchas veces creemos que vivimos circunstancias inciertas, instantes en los que el entorno parece demasiado estresante, causa ansiedad o requiere nuestra total atención. constantemente recibimos presagios de un desastre inminente.

Del mismo modo, se señala que estamos atravesando momentos volátiles, precarios y ambiguos sin precedentes, pero, ¿cómo existíamos en los primeros años de la prehistoria? Al igual que en otras tantas ocasiones, con mayores peligros, hemos logrado subsistir, incluso sin los conocimientos actuales. La incertidumbre debería ser algo habitual para nosotros.

En lo cotidiano, debemos enfrentar riesgos, la realidad es así. Y eso no puede paralizarnos, ya que ni siquiera permanecer quietos asegurará que estemos a salvo. Lo desconocido siempre nos acompañará, como lo ha hecho desde que aparecimos en el mundo. Los acontecimientos disruptivos seguirán surgiendo.

Sin embargo, eso no significa quedar desamparados; tenemos el razonamiento, la capacidad de investigar, cuestionar y estudiar. También contamos con la opción de preparar escenarios, lo cual no es difícil, solo significa preguntar qué resultado habría si ocurriese lo peor, en un caso, o lo mejor, en el otro, ante una situación futura. Por supuesto, no podemos caminar por el mundo haciendo este ejercicio en todo momento para cada actividad; la mayor parte del tiempo somos ayudados por nuestra experiencia, entendimiento e intuición.

Las probabilidades de tener certezas sobre el comportamiento humano son reducidas; no se puede predecir con confianza cómo reaccionaremos ante diferentes sucesos. Incluso si la misma situación se repitiera, es muy posible que tengamos distintas respuestas cada vez. Es por eso, quizás, que el uso de métodos de estimación de lo que pasará no siempre logra vaticinios ciertos o precisos. Esto acontece con aquello que se refiere a las personas, a diferencia de lo que sucede con los fenómenos naturales o vinculados a las ciencias exactas. Al soltar un objeto, el mismo siempre caerá al suelo; al sumar dos números varias veces, en cada una obtendremos el mismo resultado, y otras cosas similares. Cualquier acción que no involucre la conducta de la gente podría ser previsible.

Con la salvedad que esto ocurre hasta donde los científicos han avanzado; ciertamente existen hechos que aún no tienen explicación. En particular, en la física cuántica, la comprensión sobre el funcionamiento del cerebro, la astrofísica, entre otras áreas del conocimiento.

Así pues, continuemos por la vida, absteniéndonos ante la duda, aunque, solo para reconocer mejor los eventos, identificar lo que puede venir y actuar. Hagamos caso de los pronósticos que indiquen las ciencias naturales y tomemos con espíritu crítico aquellos augurios relacionados con las actitudes de los individuos.

Nota: Esta columna volverá el 19 de mayo. Feliz día para todas las madres.