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Calladito se te ve más bonito

Escuchar permite crear nuevos pensamientos; es avanzar en un proceso de construcción conjunto. Oír, aun tratándose de barbaridades, ofrece oportunidades de indagar por concordancias

Publicado: 2024-06-26

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

En muchas ocasiones, nos da por hablar o comentar de más. A veces, es algo consciente y otras, la mayoría, no tanto. Por hacerlo, caemos mal, asomamos como pedantes o sencillamente somos desestimados por bobos.

Algunos padecemos la mala costumbre de discutir por cada cosa, intentando siempre tener la razón. Creemos que los interlocutores son contendientes a los que hay que vencer. Y en ese afán, buscamos dejarlos sin palabras; no obstante, bloquearles las salidas en un debate o discusión es abrirles la puerta para que recurran a la diatriba, el insulto o a que pateen el tablero.

Encontramos también a los que aconsejan sobre variados y distintos temas, aunque con poca o nula idea. De ellos solo recibiremos obviedades, lugares comunes o disparates por ignorancia sobre la materia en cuestión. Estemos alertas por si es alguien que quiere engañarnos con su vocabulario florido.

¿Será, tal vez, por el afán de figurar? ¿O de pronto, por creer que poseemos cierta capacidad de entendimiento superior? Es probable que sea la búsqueda del reconocimiento que nos falta. Sin embargo, parecer saberlo todo lleva al rechazo, consiguiendo el efecto contrario a la aceptación pretendida.

Siendo innegable que varias personas tienen frases que desafían nuestra capacidad de comprensión, y preferiríamos que guarden silencio, tratemos de entenderlos. Evidentemente, distinguiéndolos de aquellos que carecen de aportes.

Escuchar permite crear nuevos pensamientos; es avanzar en un proceso de construcción conjunto. Oír, aun tratándose de barbaridades, ofrece oportunidades de indagar por concordancias, obligándonos a hacer esfuerzos para encontrar coincidencias, elaborando plataformas comunes.

Prestar atención, mas evitar dar la opinión que tenemos y así sortear la confrontación, devendrá en poco útil. Ya que tarde o temprano, nuestro juicio saldrá a la luz y los que estuvieron con nosotros verán esta actitud como de soberbia o exclusión.

Si el diálogo no llega a la acción concreta, puede considerarse como pérdida de tiempo y energía. No poner en práctica lo acordado sonaría a que fue "una mecida". Alimentaremos la desconfianza. Igualmente, actitudes complacientes, de estar de acuerdo en todo y con cada quien, eludiendo contrastar diferentes nociones o "molestar", tampoco servirán. Pronto caeremos en la cuenta de que eso es simplemente otra forma de hacer caso omiso, agudizando el eventual conflicto.

Evaluemos, pues, las opciones que hay entre un exceso de verborrea y el mutismo total. Tengamos en cuenta la naturaleza de la conversación, las características de la contraparte y el contexto del diálogo. Hacerlo ayudará en la reflexión sobre el tipo de respuesta que podríamos entregar. Ciertamente, resultará complejo, pero posible, es la forma de seguir la expresión: "pensar antes de hablar".


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


Publicado en

bebedor de absenta

arte, música, cine y literatura.