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Lectura veloz

Hoy en día, la producción y distribución de audiolibros debería ser una alternativa menos costosa gracias a la inteligencia artificial y a las plataformas y aplicaciones digitales, no solo para personas ciegas, sino para cualquiera

Publicado: 2024-07-14

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

Recientemente, escuché un comentario emocionado de un escritor por haber participado en la lectura en sistema Braille de dos de sus obras, realizada por niños con discapacidad visual. Esta situación debe llevarnos a recapacitar sobre las opciones para acceder al conocimiento, estudio y entretenimiento que existen para aquellos que perdemos la oportunidad de ver.

Efectivamente, debe ser conmovedor que alguien con ceguera pueda revisar un texto. Pero, ¿es esto tan poco común que el solo hecho de mencionarlo causa asombro entre quienes se enteran del asunto?

El aprovechamiento de aquellos con diferentes limitaciones al conocimiento o al esparcimiento muchas veces pasa desapercibido. Nos concentramos en la vereda, el tránsito, los edificios o los trámites. Pocas veces imaginamos lo que se pierde al no poder ir al cine, leer una novela, visitar un museo o disfrutar de un concierto u obra de teatro.

No se trata de una visión melancólica y paternalista que busca reacciones populistas de corto plazo y reducido alcance. Es cuestión de reflexionar sobre los diferentes espacios donde la gente con imposibilidades se ve restringida.

¿Cómo ampliar las vivencias de manera sostenible? Ese es el fondo. No es cosa de regalos ni condescendencia, sino de mercados y precios. Obviamente, al no existir esto, dirán algunos, es porque carecen de rentabilidad. Si ese fuera el pensamiento de los que vieron ventajas donde nadie más lo hizo, no tendríamos celulares, automóviles, internet y un larguísimo etcétera. Todas las innovaciones no surgieron de algo ya conocido; muchas fueron ideas no pensadas y poco provechosas económicamente al inicio.

Hoy en día, la producción y distribución de audiolibros debería ser una alternativa menos costosa gracias a la inteligencia artificial y a las plataformas y aplicaciones digitales, no solo para personas ciegas, sino para cualquiera, lo que amplía el alcance en comparación con el Braille. Sin embargo, las publicaciones en estos formatos no son abundantes, ni asequibles y accesibles para todos. Su disponibilidad aún es escasa y costosa.

Entonces, ¿qué falla?, ¿es un tema de oferta y demanda?, ¿qué políticas públicas faltan?, ¿requieren de financiamiento y socios filantrópicos?, ¿cómo involucrar a las bibliotecas?

Esas y otras interrogantes deberemos responder con el tiempo. El hecho de que no estén en nuestra mesa actualmente se debe, en parte, a la poca visibilidad que siempre hemos tenido. Y, probablemente, a una forma caritativa de asumir el reto. No somos "pobrecitos" que necesitamos una palmada en el hombro; somos seres humanos competentes para desenvolvernos individualmente con herramientas que aún no se han convertido en comunes y masivas.

Como decimos quienes sufrimos de alguna minusvalía: “Si sirve para nosotros, seguramente les servirá a todos". ¡Ampliemos el acceso!


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


Publicado en

bebedor de absenta

arte, música, cine y literatura.