#ElPerúQueQueremos

Vivo en una burbuja

Insistamos en hacer buenas preguntas, antes que en tener las respuestas correctas

Publicado: 2024-08-11

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

En ocasiones nos preguntamos por qué hay personas que piensan tan distinto. Esto, tal vez, se deba a que establecemos relaciones, preferentemente, con quienes tienen las mismas opiniones que nosotros. Actuemos como gerentes de una empresa, líderes de un país o simples mortales, dependemos en buena medida del entorno del que somos parte. Por más espíritu crítico que tengamos y objetivos que queramos ser, siempre encontraremos la influencia de aquellos con los que contactamos cotidianamente.

Sean asesores, compañeros de trabajo, familiares o amigos, estaremos impactados por sus acciones, ideas o propuestas, al igual que por los medios a los que acudimos, los libros que leemos y la forma en que desarrollamos vínculos con el mundo. No por gusto se recomienda al ejecutivo que visite a los clientes para conocer de primera mano su sentir, a los candidatos darse baños de pueblo, no de especialistas o “grupos espontáneos”. Del mismo modo, cotejar los datos que escuchamos, atender otros puntos de vista y confrontar lo que pensamos con aquellos que tienen una visión radicalmente distinta acrecentará el saber y mejorará el entendimiento.

Dicen que somos muy buenos para tomar malas decisiones. Eso es, muchas veces, debido a que vivimos aislados en burbujas de uniformidad y conocimientos absolutos e inamovibles. Cuestionar y tratar de forjar una actitud disconforme ayuda, aunque no significa desconfiar de todos y descreer cada cosa.

Los “deberes sagrados por cumplir” son, generalmente, tareas autoimpuestas que llegan a convertirse en rutinas o hábitos y luego olvidamos la razón de su adopción. De vez en cuando, serviría evaluar lo que damos por sentado.

Las experiencias diarias que tenemos en distintos roles sociales, económicos y políticos marcarán los mecanismos, procederes y herramientas con que encararemos la realidad. A mayor diversidad, aumentará la probabilidad de resultados acertados. Aprenderemos cosas que posiblemente colaboren con volvernos racionales y limiten la ignorancia que padecemos. Conseguir la consistencia propia no es sencillo y tardaremos tiempo en lograrlo.

Estas interrelaciones moldearán y variarán nuestro comportamiento, produciéndonos cambios emocionales que alterarán la percepción que tenemos del mundo. También generarán expectativas y apreciaciones sobre la verdad.

Insistamos en hacer buenas preguntas, antes que en tener las respuestas correctas. Eso afinará el criterio y sentido común, permitiendo apreciar nuevas posibilidades. A diferencia del gato, la curiosidad no nos matará.

Quisiera oír sin prejuicios, evitando insultar y despotricar de cualquiera que tenga pareceres distintos. De esa forma podré aceptar las sorpresas y, cuidando mi lenguaje, iré tratando de conseguir acuerdos. Evitaré tirarle piedras al techo que es de cristal.

Las interacciones constantes irán perfilando el espíritu de cada uno. Y así recorreremos el camino que estamos construyendo.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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bebedor de absenta

arte, música, cine y literatura.