Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

El sueño del partido propio parece guiar a la gran cantidad de compatriotas que se aprestan a postular en los comicios del 2026. Esto se podría deducir de la reciente inscripción masiva de organizaciones políticas, que, sumadas a las existentes, es posible que alcancen la significativa cifra de alrededor de sesenta. Número juzgado excesivo y sorprendente; distintas voces llaman la atención al respecto. Pero, ¿existe algún número adecuado?

Si el sufragio funcionase como un mercado, diríamos que la competencia es buena. De tal forma, más rivales serían beneficiosos para los “clientes”, para el caso nosotros los electores, que conseguiríamos mejores condiciones y obtendríamos variadas alternativas de votación. Alcanzaríamos mayor valor. ¿Sucederá así?

Quizás, una numerosa oferta ayude a que las ideas sean más precisas y a que se fusionen o se alíen quienes postulan lo mismo. Habría más incentivos para que los políticos se esfuercen en su oferta de gobierno. De tal forma, tengamos la esperanza de que se retiren los peores. Lo contrario de la competencia es el monopolio del partido único.

Contar con muchas alternativas, además de abrumarnos, puede servir para evitar la polarización de escoger entre dos o tres opciones. Sin embargo, la necesidad de diferenciarse, tal vez, genere el efecto contrario: la decantación por los extremos.

Como siempre, lo que importa son las personas. Así, del lado positivo, diríamos que hay un gran interés de la población por intervenir en la conducción del Perú. Por otra parte, reflejaría la fragmentación social y la falta de representatividad y liderazgo que sufrimos. O, como algunos alertan, se trate de delincuentes en busca de la captura del Estado. En todos los grupos encontraremos personas honorables y capaces, ¿votaremos por ellas?

Confiemos en que lo bueno sea lo que la mayoría quiere, aunque no siempre suceda, de esa manera funciona la democracia. Esperemos que cada grupo filtre, seleccione y envíe a sus cuadros más preparados a la carrera, lo cual tampoco es seguro. Estemos atentos para que no predominen intereses subalternos, buscándose el bienestar del país, no el de unos cuantos. ¿Evitaremos que lleguen al Congreso los que legislan e influyen con motivaciones "bajo la mesa"?

La profusión de candidaturas tornará inminente la formación de alianzas y coaliciones. Aquellos que logren incluir diversos intereses y propuestas elevarán sus posibilidades. Concertar con quien piensa lo mismo es una obviedad y no significaría ningún aporte; lo realmente prometedor para la nación será una muestra de desprendimiento, tolerancia y respeto por los demás. ¿Estableceremos acuerdos amplios?

Siempre habrá posibilidades de encontrar más cosas que nos unan que aquellas que nos dividan. ¿Acogeremos la tarea de informarnos acuciosamente y elegir responsablemente?