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“Roba, pero hace obra”

La impunidad de los corruptos obstaculiza el desarrollo nacional. Es imperativo desarraigar estas prácticas y construir instituciones sólidas y transparentes

Publicado: 2024-09-29

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

Muchos recordarán la frase del título, referida a la explicación de los votantes para la elección de un alcalde de la capital. Era una suerte de resignación ante la evidencia y lamentable realidad que atraviesa el país. Aludía también a cierto grado de pragmatismo.

¿Es posible cualquier destino viable con autoridades que sucumben al delito? Definitivamente no. Los retrasos, sobrevaloraciones y fallas en las obras terminan afectándonos a todos. La selección de postores incompetentes, la priorización de proyectos irrelevantes o innecesarios, las ejecuciones que tardan más de lo debido o resultan defectuosas son ejemplos de lo que se pierde dando cabida a malos funcionarios y seudoempresarios. Con estos fraudes están robándonos; el dinero del fisco nos pertenece. Las brechas sociales y económicas, junto a la desconfianza, crecen.

Además, se han ocupado de nombrar, en posiciones clave, a personas similares o burócratas mediocres para dificultar su detección y persecución. Estos actos inmorales y punibles hacen que perdamos una visión de futuro, deteriorando nuestras capacidades y desperdiciando los esfuerzos colectivos e individuales. El reconocimiento mutuo desaparece.

La impunidad de los corruptos obstaculiza el desarrollo nacional. Es imperativo desarraigar estas prácticas y construir instituciones sólidas y transparentes.

No somos una sociedad de criminales. Sin embargo, hace ya demasiado tiempo algunos grupos delincuenciales se han dado cuenta de la forma en que, acercándose al poder, pueden ampliar sus negocios ilícitos. Esto es inaceptable; hay más habitantes honestos entre nosotros que maleantes. Necesitamos reaccionar.

La acción sobre la que se podrán establecer pactos políticos será enfrentar frontalmente estas fechorías en cada fuero. Una alianza o acuerdo entre partidos con ese norte debe ser la opción principal. Eliminar esta capa mafiosa de las instituciones es prioritario. Es cierto, se requieren otras políticas y prácticas, pero, mientras este mal siga enquistado en el Estado, poco avanzaremos. No habrá progreso ni reducción de la pobreza.

Igualmente, es imprescindible un ajuste cultural, ¡dejemos de evadir las responsabilidades propias! Reclamar por cambios exige una modificación en comportamientos que hemos naturalizado. Ofrecer una “propina” a un funcionario por cualquier razón, evitar cumplir con deudas como parte de compromisos asumidos o sanciones impuestas, eludir con formalismos las regulaciones, que, unidas a otras actitudes, solo contribuyen a que nos parezca aceptable la frase del título. Resquebrajamos el ordenamiento social, dejando de respetarnos unos a otros. Desaparecen los derechos y las libertades personales. Es injusto y daña la cohesión social. Exijamos y rindamos cuentas.

Erradiquemos la corrupción deponiendo, por ahora, diferencias ideológicas, reformemos la Nación y recuperémosla para los ciudadanos de bien. Luego decidiremos el rumbo a seguir, seguros de estar debatiendo con quienes no esconden intereses bajo la mesa.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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