De Shanghái a Chancay
Un reordenamiento y consolidación de la oferta es probable; no todos serán capaces de soportar el posible ajuste que vendrá. La internacionalización viene, ineludiblemente, con costos
Escribe: Alfredo Coronel Zegarra
Pronto se inaugurará la iniciativa privada, iniciada en 2007, del mega puerto de Chancay. La misma fortalecerá, ampliará y revolucionará las transacciones entre América Latina y Asia, facilitando el transporte de grandes volúmenes de carga y reduciendo significativamente los tiempos de viaje.
Evidentemente aún debemos enfrentar retos de infraestructura para facilitar y aprovechar el tránsito de cantidad de mercancías por el país. En ese sentido, habrá que ampliar, concluir y afianzar las obras para un sistema integrado, interconectado y multimodal de transporte y logística, como carreteras, ferrovías, cabotaje marino y redes digitales, labores en las que estamos atrasados. Tal vez este nuevo impulso permita poner en operación la vía Interoceánica, en caso de que tanto Brasil como los países del otro lado del Pacífico decidan comercializar entre sí a través de Chancay.
Embarcaremos junto a estados vecinos producción minera, pesquera, agroindustrial y agrícola. Igualmente, lo haremos con algunas artesanías y manufacturas, aunque no seremos los principales proveedores: hay bienes procesados de países cercanos que serán más competitivos que nosotros para abastecer a la población del lejano oriente.
Lo que vendrá de allá irá a distintas ciudades del continente, y algo quedará en la pequeña economía que representamos. Los consumidores seremos beneficiarios de las eficiencias obtenidas por las cadenas exportadoras. A su vez, el empresariado local podrá, de un lado, favorecerse de avances tecnológicos que importará, pero, de otro lado, tendrá que competir con compañías que probablemente ya hayan alcanzado altos grados de eficacia. Todavía nos falta habilitar los mecanismos de tercerización, es decir, la fabricación para otros, en sus diferentes variantes, que también, habrá que desregular.
Requeriremos elevar los niveles de productividad, especialmente los de pequeñas y microempresas. Participar en circuitos industriales mundiales exige que ampliemos aptitudes y conocimientos productivos y de gestión. Un reordenamiento y consolidación de la oferta es probable; no todos serán capaces de soportar el posible ajuste que vendrá. La internacionalización viene, ineludiblemente, con costos.
Gracias a Chancay, a los convenios de apertura comercial activos y nuevos, así como a las reuniones y acuerdos por la APEC, las inversiones, mercaderías y servicios que pasarán por aquí serán inmensos. Tendremos como tarea hacer que parte de ese flujo permanezca en el Perú y sirva para impulsar el crecimiento y colabore en cerrar nuestras brechas. La forma de rentabilizarlo será subiendo al carro de la generación de valor, empleando las capacidades que poseemos y aprendiendo nuevas habilidades. Evitemos prácticas y medidas de proteccionismo trasnochado o de exoneraciones y subsidios que distorsionen la viabilidad de los emprendimientos. Mantengamos alejados intereses mercantilistas, nacionalistas y populistas. Propiciemos un ambiente que simplifique e incentive la realización de negocios.
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Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com
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arte, música, cine y literatura.