¡A dormir sin postre!
Estar al tanto de las implicaciones de lo actuado es una responsabilidad individual. Contar con derechos exige que hagamos los deberes
Escribe: Alfredo Coronel Zegarra
La frase del título o alguna parecida aludía años atrás a recibir un castigo por comportamientos indebidos. Hoy, tal vez, gracias a las ideas que sobre el cuidado personal existen, no fuera penalidad, sino más bien medida de salud preventiva.
El punto es que, si renunciamos a hacer las tareas a las que nos obligamos, pues, mereceremos un escarmiento. Sea que se trate de labores en el empleo, de entregar exámenes o trabajos mientras estudiamos o se refiera a ejecutar las ofertas electorales que realizamos, seremos sancionados de distintas maneras y en diferentes grados.
A veces, escucho cómo ciertas personas se asombran de que el partido en el gobierno de cualquier ciudad o país pierda estrepitosamente el sufragio luego de tener una gestión mediocre o deficiente. ¡Ganó la oposición!, dicen asombrados o lo explican atribuyéndolo al desconocimiento de los votantes: “es que ignoran lo que les conviene”.
Igualmente, hay empresarios que ven a sus clientes irse a la competencia. Sin mayor análisis, lo toman como una arbitrariedad de los compradores o como alguna jugarreta de los adversarios. Seguramente, ni la una ni la otra.
En los dos casos anteriores y en muchos más, habrá innumerables causas. Las más comunes serán que: (1) hice lo ofrecido y falló en satisfacer las expectativas o (2) dejé de hacer lo prometido. Provocamos decepciones, así, perder votantes o clientes era de esperar. Y, ciertamente, de ser el contrincante, político o comercial, aprovecharé la circunstancia.
Incumplir compromisos asumidos o desatender lo encomendado son acciones que acarrean consecuencias, en ningún caso buena para los que cometimos la falta. De la misma manera, ser poco transparentes en nuestros actos e informaciones estando expuestos al escrutinio generará a todos los involucrados un desgaste inútil.
Estar al tanto de las implicaciones de lo actuado es una responsabilidad individual. Contar con derechos exige que hagamos los deberes. Lo hecho o no, tiene repercusiones. Las decisiones que tomamos deberíamos meditarlas y, con los datos que poseemos en cada momento, efectuarlas. Podremos equivocarnos, pero sabremos a qué atenernos en caso solo produzcamos desaciertos. Es preciso calcular beneficios y costos ante las selecciones que haremos.
Evidentemente, hay varios niveles y en determinadas ocasiones será innecesaria tanta evaluación. La experiencia, el conocimiento previo y las costumbres proveerán las respuestas. Desarrollamos diversas actividades instintivamente.
Entonces, ante quehaceres acordados con terceros o autoimpuestos, cuando sea posible, reflexionemos sobre lo que ocurrirá de fracasar en obtener los resultados esperados. Equilibrar esperanzas y realidades requiere de claridad tanto en lo que deseamos como en lo que somos capaces de dar. Consideremos la llamada ley de Murphy: si algo puede salir mal, lo hará, ¡prevengamos!
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Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com
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arte, música, cine y literatura.