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¿Sin ideas? … Prohíbelo

Las restricciones tendrían que meditarse mejor y escogerse luego de evaluaciones exhaustivas que inviten a participar a todos los involucrados

Publicado: hace 12 horas

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

Constantemente escuchamos voces que, ante algún problema sin solución a la vista, plantean prohibir la causa aparente del mismo. Prescindiendo de estudios integrales e ignorando diferentes opciones, se figuran que eso salvará el impasse. Dicha negativa puede ser correcta en determinadas circunstancias; aunque, mayormente, fallará en la remediación. No nos referimos, obviamente, a casos que son actos ilícitos que evidentemente requieren control, como la delincuencia o abusos y violaciones a libertades individuales.

Hacemos alusión a aquellas situaciones donde encontramos cuestiones que tienen partes enfrentadas, cada cual exponiendo argumentos. Por ejemplo, las llamadas a proscribir actividades económicas para evitar el calentamiento global, impulsar órdenes que eliminen informaciones de las redes sociales en pro de la vida en común, o legislar suprimiendo la reelección en cargos públicos y el financiamiento privado a agrupaciones políticas con el fin de frenar la corrupción. Reconozcamos que también hay otras decisiones que solamente carecen de ingenio.

De esas maneras, solo se salva el conflicto de forma temporal, hasta que se elija derogar la limitación o aparezcan mercados negros y la realidad violente la norma. Las restricciones tendrían que meditarse mejor y escogerse luego de evaluaciones exhaustivas que inviten a participar a todos los involucrados.

Lo cierto es que se ignoran opciones que compatibilicen los múltiples intereses existentes. Este tipo de sanciones pueden llevar a escalamientos innecesarios cuando los implicados reaccionen. Dejar bajo la mesa los móviles reales de los cambios está, muchas veces, en la base de malentendidos y propuestas facilistas.

Esforzarse por crear arreglos viables es infrecuente. Pero, finalmente, lo que ocurrirá es que la peor elección resultará de disposiciones arbitrarias. Vetar algo presentando razones insuficientes es, generalmente, unilateral. Además, representa una demostración de fuerza. Claramente, cuando el poder cambie de manos, esto se revertirá, volviéndose al inicio. El atasco quedaría irresuelto.

Analizar las variables influyentes, identificar las motivaciones de los actores, sacar a la luz privilegios ocultos y sopesar las alternativas valorizando sacrificios y recompensas aparece como tarea complicada y laboriosa que, en ocasiones, estamos poco dispuestos a afrontar. Considerar a los demás, argüir con pruebas y admitir que la selección es la mejor hasta ahora y que, ante nuevos avances, será reexaminada reduciría las suspicacias.

Pongamos a un lado la pereza mental e intentemos superar los desafíos innovando. Descartemos la negación absolutista ante lo desconocido y vayamos a la búsqueda de salidas dialogantes, promoviendo negociaciones y consensos antes que imposiciones autoritarias. Es muy posible que concurran distintas miradas del asunto; es cosa de prestar atención, indagar y aceptar alguna combinación entre las variadas perspectivas.

Tampoco escojamos a la suerte o a la esperanza, son malas elecciones para arreglar disputas.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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arte, música, cine y literatura.