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¡Eso es irrelevante!

En esos instantes de “desconexión” con la realidad, el cerebro entra “en piloto automático”, respondiendo certeramente basándose en experiencias pasadas y en conocimientos adquiridos, salvándonos de errores garrafales e incluso mortales

Publicado: 2024-12-15

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

Tal vez le ha sucedido que, luego de una cita médica, al comentar el asunto entre gente cercana, le hicieron notar que había olvidado preguntar la naturaleza del mal que lo aquejaba, la frecuencia del medicamento a tomar o distintas cosas importantes. De ser así, no anda solo; comúnmente sufrimos confusiones, nos alteramos o dejamos estar de forma que descuidamos hacer las preguntas relevantes. Sin embargo, eso es algo bastante personal: lo que a unos les parece principal, para los demás suena secundario.

De esa manera, encontraremos lecturas donde pensamos que hay excesivos pormenores. De pronto, compartimos información en las redes sociales creyendo que será de interés general, descubriendo que únicamente lo era para nosotros. O quizás, hemos recibido llamados de atención al distraernos efectuando tareas menores, abandonando lo que debíamos entregar.

Determinar qué es lo trascendente es subjetivo y dependerá de varios factores como el contexto, el humor o la actividad. Lo prioritario variará de individuo a individuo, convirtiéndose en materia opinable. A veces, repetimos intentando fijar ideas en el resto. Otras, el sentido de urgencia causa que seamos atribulados de modo que se nubla el criterio. También, hay momentos en que estamos inseguros sobre las ideas a transmitir y divagamos mientras vamos preguntándonos cómo salir del entredicho.

Aquellas circunstancias, junto a otras, son corrientes y necesitarían tratamiento que usualmente resulta poco claro. Tener siempre la atención y el control de las situaciones puede requerir preparación de la que carecemos. Evidentemente, estará sujeto a lo que hagamos: si pilotamos coches de Fórmula 1 o buses interprovinciales, desatenderlos puede causar desgracias, al igual que tomar atajos o dudar mientras realizamos cirugías. Pero, ese mismo conductor o cirujano fue el que omitió preguntar respecto a la dosis de las medicinas o quien redacta reportes colmados de texto innecesario.

Así pues, según el rol que juguemos en cada escenario, nos concentraremos en los asuntos imprescindibles. Teniendo en consideración que mantenerse cien por ciento del tiempo en conciencia plena es difícil, aceptemos, sin culpa, que habrá espacios donde trataremos indiferentemente aquello que debió captar nuestra atención. Afortunadamente, durante esos instantes de “desconexión” con la realidad, el cerebro entra “en piloto automático”, respondiendo certeramente basándose en experiencias pasadas y en conocimientos adquiridos, salvándonos de errores garrafales e incluso mortales.

Estar constantemente en capacidad de vivir el presente es complejo. La toma de decisiones se ve, permanentemente, invadida con el pasado, el que ya nunca podremos deshacer, o del futuro, que aún vamos a crear. Evitemos recriminarle a los demás cuando indagan interrogándonos interminablemente acerca de detalles que juzgamos nimios; ocasionalmente seremos nosotros los que pequemos de una locuacidad repleta de trivialidades.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


Publicado en

bebedor de absenta

arte, música, cine y literatura.