Predicciones o solo ilusiones
Lo definitivo es que nadie conoce el porvenir y que los más serios futurólogos solo establecen, incluyendo supuestos siempre debatibles, patrones o rangos de probabilidades
Escribe: Alfredo Coronel Zegarra
Luego de los recuentos de lo sucedido y su clasificación al finalizar el año, llegan las proyecciones de lo que pasará en el nuevo período. Sumando a estas visiones nuestras expectativas sobre lo que acontecerá. Sin embargo, de los vaticinios, evidentemente incontrastables a priori, la minoría se acompaña de fundamentos que expliquen cómo se llega a ellos. Y con una seguridad digna de alguien que está viviéndolo, se anuncian circunstancias de todo tipo, desde amores a catástrofes.
De creerlas, podrán alegrarnos o atemorizarnos. Asentiremos aprobatoriamente respecto a aquellas que coinciden con lo que suponemos. Aplicándose, posiblemente, el conocido “sesgo de confirmación” donde aceptamos como indiscutible lo que se asemeja a las ideas preconcebidas propias y dejamos de lado su validación o evaluación crítica.
Factiblemente distintos presagios se cumplirán, pero, ¿alguna vez reparamos en los que resultaron fallidos, estableciendo el porcentaje de equivocaciones o aciertos del pronosticador? De hacerlo, descubriríamos la escasa fiabilidad que tendrán estas evocaciones del futuro. Nada realista, solo deseos que poco nos prepararán para enfrentar lo inesperado. Lo definitivo es que nadie conoce el porvenir y que los más serios futurólogos solo establecen, incluyendo supuestos siempre debatibles, patrones o rangos de probabilidades de que un hecho ocurra.
Reconocer las innovaciones que llegarán, la reacción de las personas ante vicisitudes o lo que saldrá de marchas y contramarchas sobre un asunto son prácticamente imposibles. Hay determinadas reglas para las cosas que conciernen al mundo de las ciencias sociales como, por ejemplo, cuando suben los precios de los productos, menos gente los comprará; al incumplir mis ofertas electorales, perderé la siguiente elección; gastando más de lo que me ingresa, conseguiré un déficit; o dejando de hacer las cosas de forma transparente, malgastaré la confianza del resto. Esas “verdades” pueden servirnos para navegar por la vida, aunque difícilmente podemos decir que sean previsiones de lo venidero. No siempre se cumplen.
Incluso en las ciencias naturales, que generalmente pueden predecir certeramente lo que acaecerá, hay situaciones con grados de error, como demuestran los sistemas climáticos y biológicos, igual que los resultados en la física cuántica, donde, en ocasiones, las relaciones de causalidad son dispares.
De esa manera, si carecemos de un registro de los fracasos de quien hace los anuncios, y tampoco contamos con herramientas para confirmar la veracidad de sus afirmaciones, dará lo mismo que les hagamos caso o que usemos una prenda amarilla, comamos uvas u otra cábala para asegurarnos el éxito en los próximos doce meses. Llenemos paso a paso el calendario aún en blanco. Más provechoso será aprender a responder a los retos que se presenten, reimaginando la realidad para sobrellevar posibles crisis.
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arte, música, cine y literatura.