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Soy un aguafiestas

Las relaciones interpersonales muchas veces son confusas, dan por sentadas verdades implícitas o albergan sobreactuaciones dispares

Publicado: hace 14 horas

Escribe: Alfredo Coronelm Zegarra

Recuerdo, como si fuera ayer, cuando alguien cercano vino a contarme, con ilusión, sus planes para un nuevo negocio y no se me ocurrió mejor idea que darle unas recomendaciones para que el mismo salga bien. Al terminar, con cara de pesar, me dijo: “Gracias, pincha globos”. Quedé con una sensación agridulce. Por un lado, creía haber actuado correctamente advirtiéndole de riesgos que ciertamente hallaría en su emprendimiento. Por otro lado, estaba la molestia por haberle causado malestar a una persona querida.

Evidentemente, quería palabras de aliento, felicitación o solamente de ánimo. Poco le importaban alertas. Me metí adonde no me llamaban. Realmente lo dicho era preciso y habría que analizarlo; sin embargo, eso se haría en otra ocasión. ¡Momento equivocado!

¿Sabremos cuándo respaldar incondicionalmente y en qué oportunidades dar consejos o criticar constructivamente? ¿Identificaremos la particularidad de cada individuo? ¿Importará la naturaleza del vínculo que tengamos con el interlocutor? En suma, escasearán las salidas sencillas. Cada suceso habrá de analizarse para lograr la respuesta apropiada.

Será distinto hablar de probables actividades comerciales nuevas con colegas del trabajo que con un familiar. Diversas predisposiciones tomaremos en caso se trate de consultas profesionales o simplemente estén poniéndonos al tanto, compartiendo o comentándonos respecto a una situación compleja. Tendremos que meditar bien la contestación antes de soltar lo que parece adecuado para uno. Habrá que sopesar, en un instante, entre otras, el contexto, la temática y la sensibilidad de la contraparte.

Creyendo hacer un favor o apoyar las iniciativas de los demás, resultamos convertidos en quienes le bajan la moral, cancelando sus ímpetus. Desentendimos lo que querían. Entonces, de pronto, es posible que, al tropezar con esta sensación de desconocer qué responder frente a lo escuchado, debamos empezar indagando qué quieren de nosotros para poder manifestarnos con certeza. La forma de hacerlo dependerá, obviamente, de consideraciones sobre las características del trato de con quién conversamos, el nivel de confianza y cómo reacciona a eventuales desatinos de nuestra parte. Vaya a ser que, intentando salvar la encrucijada, terminemos en un hueco más profundo. Las relaciones interpersonales muchas veces son confusas, dan por sentadas verdades implícitas o albergan sobreactuaciones dispares.

Lejos estará lo indicado previamente de solucionar todos los impases, pero, tal vez sirva como guía al encontrarnos con circunstancias inciertas. Un refrán dice: “Si hay dudas, abstente”, el que puede adoptarse sirviéndonos en la búsqueda de evitar actitudes que consigan separarnos de los que nos rodean. Y de carecer de empatía como yo, podrán salvarse de un chasco vergonzoso. Cuando eso falle, en la siguiente chance, mejor usar el consejo que me dio una buena amiga: “Muérdete la lengua”.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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arte, música, cine y literatura.