Saber o no saber: esa es la cuestión
Estar informado de toda ocurrencia puede causarnos estrés por exceso de presente. Recordar reiteradamente los sucesos acontecidos podría deprimirnos al sobrepasarnos reviviendo el pasado
Escribe: Alfredo Coronel Zegarra
Varios andan por la vida preguntando por todo, queriendo conocer más continuamente, mientras otros preferimos ignorar u olvidar ciertas cosas.
Lo común será que, en algunas ocasiones, deseemos saber mucho sobre algo y, en otras, no queramos enterarnos de nada. Dependerá de cada uno. Resolver qué hacer es un asunto complicado, ya que normalmente desconocemos lo que aprenderemos.
Aunque indagar es ventajoso, también resultaría desequilibrante. Las novedades traen consigo la oportunidad de confrontarlas con lo ya estudiado. La duda es intrínseca a los conocimientos recientes; así, dicha contrastación lograría producirnos cuestionamientos que tal vez resulten abrumadores.
"La verdad te hará libre", dice una frase, a la que habría que añadir: "pero puede ser inquietante, especialmente cuando esta cambie". Pocas nociones, si alguna, permanecen vigentes e inmutables eternamente. Conservar ocultas determinadas certezas nos confinaría a la penumbra, pero además obtendríamos tranquilidad. Mantenernos subsistiendo únicamente con creencias propias, restándole importancia a los avances de la ciencia, asegura una existencia apacible. Sin embargo, dejaremos de lado una cantidad de creaciones que elevarían la calidad de las condiciones en que vivimos, autonegándonos las oportunidades para alcanzarlas.
Estar informado de toda ocurrencia puede causarnos estrés por exceso de presente. Recordar reiteradamente los sucesos acontecidos podría deprimirnos al sobrepasarnos reviviendo el pasado. Pensar o imaginar constantemente lo que vendrá conseguiría llevarnos por las vías de la ansiedad ante un futuro incierto. Puesto de esa manera, parece que la solución es inexistente. Ni el ayer, el hoy o el mañana son totalmente adecuados para cuidar la salud mental.
Recomendar cautela, decisiones sabias y mesura es sencillo; el asunto es aplicarlo. Evitar los excesos es saludable en cada orden de cosas, pero reconocer cuándo algo es suficiente no lo es. Individualmente escogeremos entre las opciones que se nos presenten.
¿Prenderé el noticiero, revisaré los mensajes del grupo "intenso", repasaré un libro distinto o me matricularé en otro curso? Un sinfín de determinaciones son las que deberemos optar por realizar.
Está claro que, sin haber percibido algo con cualquiera de los cinco sentidos, será imposible someterlo a nuestra consideración y, por lo tanto, difícilmente estaremos seguros de su alcance y efectos. Quedarán ocultos. Para ayudarnos en este trance servirá identificar las fuentes, distinguir a los autores, acceder a titulares o resúmenes. De ese modo, poseeremos antecedentes que colaborarán en la elección a efectuar.
Entonces, como quiera que actuemos, habrá consecuencias positivas y negativas. Dependiendo de qué tan bien conozcamos nuestras reacciones a las diferentes alternativas, podremos seleccionar un rumbo a emprender. ¿Dejaremos al azar o a la voluntad de terceros cómo encarar las vivencias que ocurrirán, o las asumiremos responsablemente?
Escrito por
Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com
Publicado en
arte, música, cine y literatura.