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¿Estupidez o maldad? Solo subjetividad

Tanto confiamos en este tipo de argumentaciones que creemos que solamente quien anda desprovisto de inteligencia o aquel que produce infamias puede estar en contra de lo que sostenemos

Publicado: 2025-06-01

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

Frecuentemente escuchamos cómo se desechan opiniones o actitudes, señalándolas como provenientes de gente incapaz de entender lo que sucede o, peor aún, atribuyéndoles intenciones malévolas. Seguramente, si ha sido tachado con alguna de estas afirmaciones, sabrá que ambas son falsas. Pero, ¡detengámonos allí! No empecemos a condolernos de nosotros mismos; probablemente en diversas ocasiones hemos realizado un comentario similar.

Arguyendo ser objetivos, vamos ninguneando las “versiones” equivocadas del resto. La nuestra es la razón en persona, basada en hechos y datos. Nada de asuntos sesgados en este pensar. Prodigamos sentencias por doquier acerca de la naturaleza humana y sus decisiones en temas económicos, políticos o sociales.

Pontificamos respecto a cada aspecto de la vida como si de materias exactas se tratara. Por ejemplo, consideramos que, si una encuesta arrojó un porcentaje, nada hay que hacer. Es un dato carente de subjetividad al que hay que hacerle caso. Sin embargo, se dejan de lado los mecanismos llenos de particularidades usados para preparar el sentido y la secuencia de las consultas, la elección del interrogado, lo que éste entendió, por no mencionar la explicación que le hizo el entrevistador. Incluso, si todo fuese hecho escrupulosamente, desconoceremos las situaciones que influyeron en la respuesta. Hay, pues, un mar de apreciaciones y estimaciones arbitrarias alrededor de la sacrosanta cifra.

Creemos que cualquier relación interpersonal puede ser medida y comprobada; que las conclusiones obtenidas fruto de este “riguroso” análisis cuantitativo son infalibles. “Las cifras no mienten.” Y, es cierto, los errados somos los que damos una valoración absoluta a esos números. Interpretamos las cantidades de forma tal que desdeñamos singularidades provistas por un análisis cualitativo.

Tanto confiamos en este tipo de argumentaciones que creemos que solamente quien anda desprovisto de inteligencia o aquel que produce infamias puede estar en contra de lo que sostenemos. “¡Confirmado, los que eso aseguran intentan engatusarnos!”.

Aunque, aquello que yo indico puede ser igualmente desacertado. Tal vez ninguno tenga razón; la certeza es, a menudo, una cuestión relativa. Mi aseveración será verdadera bajo determinadas circunstancias, cuando las mismas varíen, lo más factible es que usted u otro estén en lo correcto. Y así, hasta que un tercero prepare una formulación distinta que logre ser demostrada.

Entonces, vivimos rodeados de múltiples realidades que cambian de perspectiva en perspectiva. Lo que nos salvará del caos será que lleguemos a un acuerdo. Las posiciones extremas y polarizantes se alimentan de esta sobrevaluación de la supuesta imparcialidad. Preservar la sociedad de populismos debe hacerse reconociendo la ignorancia en que vivimos y aceptando dialogar hasta con los más “estúpidos y malvados”. Posiblemente ellos pensarán de idéntica manera sobre nosotros.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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bebedor de absenta

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