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¡Eres el demonio en persona!

Los intereses y las motivaciones diferirán de individuo a individuo. Atendamos a ese refrán que dice: “Sobre gustos y colores no han escrito los autores”

Publicado: hace 4 horas

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

Eso me dijeron esta mañana, cuando inocentemente ofrecí pan caliente y dulce a mis familiares. “¡¿No ves que estamos tratando de bajar de peso?!”, añadieron. Por otro lado, seguro que, ocasionalmente, ha intentado agradar a alguien con un sencillo engreimiento y se da con la sorpresa de que este es mal recibido. ¿Qué anda mal con esta gente?

Estos malentendidos son frecuentes. Ambas situaciones, al parecer, tienen el mismo origen: se basan en lo que uno cree que es lo mejor para el resto. No pensamos de la forma en que ellos lo hacen y cometemos este tipo de desatinos, recibiendo esas respuestas destempladas y quejosas.

Sin importar la falta de voluntad que tengan para resistir aquellas “provocaciones”, tampoco es cuestión de que andemos tentando por ahí a cualquiera que emprenda algún cometido particular. Claramente, insistir con “Pero si esto te encanta” difícilmente aligerará la tensión. Una salida honrosa se produciría con una disculpa y, a otra cosa, mariposa.

Pretender congeniar con los demás solo en función del entendimiento propio sobre el mundo puede funcionar con aquellos que tienen las mismas ideas, aunque esto nunca será un asunto de identificación total. Cada persona es un “universo”, distinto entre sí. Ninguna repetición. A pesar de ser más de ocho mil millones de habitantes en el mundo, cada quien es singular.

Evidentemente, nadie sería capaz de reconocer esos millones de caracteres, ni lo requeriría. Bastaría con considerar a los cercanos. Y, para los que están más allá del círculo familiar, amical o laboral, será bueno escuchar primero y decidir luego.

Lo común e interesante de las relaciones interpersonales es justamente la riqueza y pluralidad de opiniones, pareceres y sentimientos. Los intereses y las motivaciones diferirán de individuo a individuo. Atendamos a ese refrán que dice: “Sobre gustos y colores no han escrito los autores”.

Inquietarse por la diferencia o la discrepancia es inútil. Es la diversidad lo que ha permitido avanzar a la humanidad. ¿Imagina lo aburrida que sería la vida si todos tuviéramos idénticas opiniones? Habitaríamos una sociedad monocroma, desprovista de claroscuros, insípida y poco innovadora. La creación se desarrolla en espacios donde fluyen y convergen nociones y visiones múltiples. El arte, el humor y la ciencia se nutren de dichas disidencias.

Entonces, indaguemos, oigamos y respetemos la variedad; procuremos entender y aprender de la convivencia con los congéneres.

De ese modo, tal vez dejaremos de insistir en inquietar a los que están a nuestro alrededor. Ayudaremos a que se hagan responsables de sus elecciones y evitaremos que nos llamen la atención, suframos un desaire y seamos identificados con el demonio, que ya muchas tareas tendrá.

Nota: esta columna volverá el 22 de junio. ¡Feliz día a todos los padres!


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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bebedor de absenta

arte, música, cine y literatura.