ya acabó su novela

Cuando la marea baja, se ve quiénes nadaban desnudos

Resulta llamativo y paradójico el rechazo a la inversión privada que revelan las encuestas

Publicado: 2025-06-22

Escribe: Alfredo Coronel Zegarra

La frase del título, atribuida al inversionista estadounidense Warren Buffett, se vuelve cada vez más actual. Diariamente, con asombro y perplejidad, descubrimos que los líderes mundiales, salvo honrosas excepciones, demuestran reiteradamente su incompetencia para asumir los retos que deben enfrentar.

Es en la política, aunque no exclusivamente, donde estas miserias asemejan comedias dignas de algún dramaturgo connotado.

Trágico resulta que quienes nos gobiernen estén llevando el país a la deriva y, peor, que la población que los eligió se vea cotidianamente defraudada, incrementándose su desconfianza en el sistema democrático. Aquellos que no los votaron deberían consternarse por igual en lugar de burlarse socarronamente o criticar ácidamente faltos de propuestas. Y ambos tendrían que responder, unos por su voto y los otros por no convencerlos de seleccionar mejor alternativa.

Las carencias de aptitud y habilidad deben señalarse meridianamente. Como en la fábula del emperador desnudo, se requiere decir a los gobernantes que están desprovistos de ideas, integridad, don de gentes, responsabilidad y un sinfín de facultades que deberían ser la norma.

Vivimos rodeados de funcionarios mediocres, improvisados y negados para decidir acertadamente que, gracias a otros iguales a ellos, han copado cada instancia del Estado. Metiendo la pata repetidamente, se aferran a sus cargos, enfrascados en luchas por más poder, incapaces de hacer un mea culpa. No hay que ser un genio para saber que en el mundo existen opciones para solucionar los problemas que padecemos. Es cuestión de un esfuerzo mental que no desean hacer o porque responden a intereses particulares.

Nefasta circunstancia que parece haber contagiado al sector privado donde encontramos, con mayor recurrencia de la deseada, ejecutivos que maltratan a sus clientes, aprovechan los resquicios de la legislación o presionan por prebendas beneficiándose inescrupulosamente del río revuelto. La ética los ha abandonado, cumpliendo solo los requisitos mínimos. Por suerte, son pocos, aunque suficientes para darle mala fama a la actividad empresarial.

Somos un país claramente emprendedor, con millones de pequeños negocios, generalmente familiares, que por doquier emplean, formal e informalmente, a la mayoría de compatriotas. Y por eso, resulta llamativo y paradójico el rechazo a la inversión privada que revelan las encuestas.

¡Y qué podemos decir del liderazgo que ejercemos en nuestras familias! Puede que seamos aptos y educados, profesionales o técnicos con carreras impecables. Pero, vamos cuadrándonos “un segundo nomás” en lugares prohibidos, desentendiéndonos de deudas, compartiendo información evidentemente tendenciosa o falsa, dando o aceptando propinas por “favores” inmerecidos y demás muestras de una incivilidad que nos domina.

Mientras elijamos fruto del antivoto o escogiendo en la cola, los dirigentes de la Nación y nosotros continuaremos nadando desnudos.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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bebedor de absenta

arte, música, cine y literatura.