ya acabó su novela

B-2 Spirit, el avión más caro de la historia

Solo noticias horribles

Publicado: hace 3 horas

Escribe: Pedro Casusol

Síntoma del tenor de estos tiempos. Trump bombardea las instalaciones nucleares del régimen de los ayatolas, entrando a trompicones en una guerra desatada por Netanyahu para demostrar, de una vez por todas, que no le basta con cometer un genocidio contra el pueblo palestino, también quiere dominar la región. Las bombas lanzadas contra los búnkeres donde científicos iraníes cometían ese acto deleznable que es desarrollar un programa nuclear, solo podían ser lanzadas por los B-2 Spirit, bombarderos furtivos con los que Estados Unidos puede penetrar cualquier defensa enemiga.

Ante esta noticia, que parecía el comienzo de una guerra nuclear y la evidencia definitiva de que el mundo es conducido por unos payasos irresponsables y estúpidos, la gente reaccionó con un largo bostezo. Como si el ataque de Trump, ese que prometía poner a “América primero” y no emprender guerras ridículas en el extranjero, no nos dejara a medio paso de la catástrofe global. Después de todo, estamos hablando de la República Islámica, una teocracia autoritaria cuyo líder supremo, el ayatola Jamanei, siempre ha pretendido ser un contrapeso ante las potencias nucleares de occidente.

Hasta el más mediocre estudiante de política internacional sabe que el ataque va a traer consecuencias, más allá del alto al fuego que pretende imponer el magnate inmobiliario. Un bloqueo del estrecho de Ormuz afectaría el comercio global y nos llevaría a una crisis energética, recordándonos que la guerra también se libra en el ámbito económico. Sin embargo, no veo a la gente preocupada por el ataque o sus derivados. Vivimos en una época en donde la sobreinformación nos ha quitado la posibilidad de sorprendernos o indignarnos. La apatía es generalizada y la sublimamos con memes y videos fútiles de TikTok. ¡Otra desgracia más, qué importa!

No nos terminábamos de sacudir de la pandemia cuando Rusia invadió Ucrania. Luego, Hamás atacó el sur de Israel y la respuesta fue el exterminio palestino. Desde entonces no ha bajado el tono beligerante. Es lo mismo que ocurre con la crisis política y la deriva autoritaria por la que atravesamos. En el ámbito local, digamos que las malas noticias no cesan desde fines de 2016. Entre las recientes noticias horribles, tenemos esa que pronostica que todos moriremos en un terremoto de nueve grados, porque la capital del Perú está hecha con baba y el último temblor nos dejó paranoicos.

Tenemos también el golpe blando que se le intenta propinar al Ministerio Público, uno de los últimos recodos que está por ser tomado por la mafia corrupta que nos gobierna, con el regreso de “Alias Vane”. La exfiscal recibe ahora el apoyo abierto del Ejecutivo, de la Policía Nacional y de unos comediantes que son investigados por lavado de activos. Hasta las noticias que deberían ser buenas, como la inauguración del nuevo aeropuerto, termina siendo una de las más horribles, con su pista de aterrizaje mal diseñada, caos al ingreso y salida y sus techos que filtran agua. ¡Vaya! Alguien debe de habernos lanzado una maldición, porque en el Perú parece que no puede pasar nada bueno.

Eso por no hablar del alcalde de los drones que explotan en la cara de los delincuentes (?) y la pantomima ridícula de viajar a California para embarcar (!) unos trenes viejísimos que no se sabe cuándo entrarán en funcionamiento. Así nos vamos precipitando a unas elecciones que serán, estoy seguro, una de las pesadillas más aterradoras que podamos imaginar. Con razón a la gente le importa tan poco lo que pase aquí, allá o más allá. Es más, alguno debe fantasear con una bomba que lo destruya todo.


Escrito por

Pedro Casusol

Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com


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