Cómo ser impertinente e indiscreto
Indagar acerca de temas particulares o conversar sobre asuntos delicados para uno, por su naturaleza o por tener un carácter íntimo, es una afición mal vista
Escribe: Alfredo Coronel Zegarra
Tal vez usted se considere una persona tímida, parca o excesivamente recatada. De ser así, acá intentaré proporcionarle, basado en mi experticia, rutas e ideas para que sea reconocido, más bien como alguien que “gusta de compartir”, “franco y abierto”, además de “extrovertido”.
Lo malo es que lo será a costa de andar incomodando o faltándole el respeto al resto. Indagar acerca de temas particulares o conversar sobre asuntos delicados para uno, ya sea por su naturaleza o por tener un carácter íntimo, es una afición mal vista.
Para colmo, dicha característica no viene sola; está acompañada de una inefable indiscreción. Van juntas, simulando ser gemelas, a todo lugar e involucrándose con cualquier mortal. Es inconcebible contar con una sin la otra.
Sin embargo, es posible aplicarlas de modo individual fácilmente. De esa manera, puede ensayar, por ejemplo, siendo inoportuno al visitar a un familiar o amigo a la hora del almuerzo, o llamándolo a las cinco y media de la mañana preguntando “inocentemente”: “¿Te desperté?”. También es factible percibirse como carente de tacto al interrumpir constantemente a quien le cuente sus últimos logros. Algo que nunca falla es interrogar a un desconocido sobre cuestiones familiares mientras espera en el consultorio del doctor.
En el caso de que desee ser poco reservado, bastará con revelar alguna cosa que cuidadosamente le hayan confiado, con la consabida advertencia: “¡Pero no se lo cuentes a nadie!”. Sin dudas, calificará como hablador si informa a terceros las dolencias y males médicos de un conocido en común.
Innegablemente, lo mejor es poder combinar las dos “cualidades”. Una muestra será comentar a alguien sobre su relación amorosa anterior delante de la nueva pareja. Recordar bochornosos momentos infantiles de uno de sus hijos o nietos delante de sus amistades no tiene pierde. Mencionar los apuros económicos de aquel ausente en una sesión de trabajo podrá caracterizarse igualmente cual imprudencia impertinente.
Como puede ver, hay muchas oportunidades en que les pareceremos odiosos o antipáticos a los demás, causando que se generen reservas acerca de las relaciones que mantendrán con nosotros.
Preocuparnos, atender e informar a los que están alrededor es bueno mientras lo hagamos mesuradamente. Cuidar de no caer en ambas formas de actuar depende, en gran medida, del tino, el criterio y el sentido común que tengamos.
Si carece de ellos, lamentablemente andará por la vida, asemejándose al suscrito, cometiendo estos exabruptos mientras aprende. Esperemos que lo haga pronto y consiga evitar malos entendidos. En ese lapso, hágase a la idea de que nadie que lo conozca le platicará cosas privadas y que otros, al verlo, optarán por retirarse educadamente.
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Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com
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arte, música, cine y literatura.