¡Mañana no hay colegio!
¿Deberíamos hacer referéndums para escoger qué poner en la lista? ¿Podemos agregar evocaciones de otras religiones? ¿Qué patriotas reconocer o cuál evento es menos relevante?
Escribe: Alfredo Coronel Zegarra
“¡Debido a eso el país es atrasado!” reclamarán airosos unos. “¡Qué bueno, mañana será libre!” reivindicarán alegres otros. Cada vez que se declaran feriados oficiales surgen ambas posiciones. Y seguro los dos grupos tendrán sustentados argumentos.
Habrá gente que aproveche estas ocasiones para relajarse, viajar, ponerse al corriente o cualquier actividad que deseen. Los independientes lo haremos sacrificando la retribución correspondiente. Los que estemos en planilla, conseguiremos ampliar la temporada vacacional a costa del empleador. Los estudiantes y docentes llevaremos tareas a casa o simplemente disfrutaremos el relajo. En el sector público, con certeza, postergaremos la atención a la próxima jornada “útil”.
Numerosas personas y empresas se considerarán perjudicadas, los que perciben ingresos solo si trabajan; y aquellas que verán reducida su productividad o elevados sus egresos: dejarán de producir esos festivos; pero igual costearán los gastos fijos.
Al contrario, en incontables negocios dichas fechas les ayudan a subir las ventas. Y algunos lograrán asumir los pagos extra por encontrarse en segmentos que buscan los clientes, ya que este día no laboran y exprimen las oportunidades. De ahí que, dependiendo del contexto, la naturaleza de la faena e incluso el lugar donde nos ubiquemos, viviremos consecuencias concretas.
Sin dudas, la mayor parte de nuestra economía es informal, así que, si alguien pensaba “ganarse alguito” proclamando esa nueva fiesta nacional, se equivocó, más bien es probable que reciba abucheos de los que de ninguna manera se beneficiarán.
Del mismo modo, resulta difícil que todo quede convertido en pérdidas o desembolsos infructuosos, el personal volverá renovado y puede ser que rinda mejor en los momentos posteriores al descanso. También, ideas frescas traerían iniciativas para emprender transformaciones o promover innovaciones, la creatividad se aguza.
Entonces, la mentada circunstancia develará ventajas y desventajas; y opinaremos dependiendo de en qué sección de la cadena social o productiva nos localicemos.
Festejar recuerdos religiosos, homenajear héroes o festividades internacionales son materia de las celebraciones. Decidir qué tipo de acto conmemorar y cómo, es asunto peliagudo. ¿Deberíamos hacer referéndums para escoger qué poner en la lista? ¿Podemos agregar evocaciones de otras religiones? ¿Qué patriotas reconocer o cuál evento es menos relevante? En fin, son diversas las cuestiones que tendríamos que dilucidar.
¿Y qué pasa en el mundo? Pues, abundan las opciones, desde países que solemnizan muchos más aniversarios que nosotros, hasta los que lo hacen muy poco en el año. De hecho, las noticias dan cuenta de los debates en diferentes partes del globo referidos a dicho tema.
¿Somos una nación relajada o que ensalza el ocio? ¿Habrá posibles combinaciones a las que nadie se oponga? ¿Hallaremos la felicidad actuando de distinta forma?
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Consultas y colaboraciones a pedrocasusol@gmail.com
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arte, música, cine y literatura.